domingo, 29 de agosto de 2010

Sombras en el debut blanco


Era la presentación en un partido oficial del Real Madrid modelo 2010/2011, con José Mourinho, entrenador, como fichaje estelar. A primera hora el Barcelona había goleado al Racing de Santander, y al Madrid le tocaba igualar sensaciones en su estreno, pero los de Mourinho se ahogaron por falta de fútbol y se llevaron un muy amargo 0-0 en el debut.

Mourinho sorprendió con la inclusión de Lassana Diarrá en lugar del aleman Khedira, pasando del 4-2-3-1 con mediocentro posicional e interior, a un doble pivote que brilló por su ineficacia. Las lesiones de Pepe, Albiol y Garay obligaron al portugués alinear a Sergio Ramos como central zurdo, al lado de Carvalho, con Arbeloa de lateral derecho. La ausencia del de camas en su posición habitual le quitó fútbol por la banda derecha al Madrid, al punto que esta fue muy poco productiva y, en adición a eso, Arbeloa sufrió en defensa y por su banda llegaron las acciones de mayor peligro por parte del Mallorca.

El Madrid careció de fútbol por delante del balón. Sergio Canales estuvo más cerca de Higuaín que de Marcelo y Xabi Alonso, y no logró conectar el mediocampo con la delantera. La zona que teóricamente ocupan los interiores fue tierra de nadie hasta la entrada de Khedira en la segunda mitad. El equipo se partió y los merengues nunca lograron dominar el encuentro. El Mallorca, desde una marcadísima inferioridad, logró crear peligro sobre el arco de Casillas, y llevó el ritmo del partido bastante mejor de lo que uno podría esperarse de la plantilla balear.

La falta de acierto de cara al gol de Higuaín, sumado a su ya conocida capacidad para no sumar al colectivo, propicio que muchas veces el Madrid pareciese que jugara con diez. Cristiano Ronaldo consumó otro partido (Y van...) para el olvido, y su situación empieza a ser preocupante. El futbolista con el carácter más ganador del planeta se siente derrotado. Sabe que ya no es el número uno, que ya, salvo que el diga lo contrario, y no parece estar mucho en la labor, el nivel de Messi le es inalcanzable, que ya su equipo no es el número uno y que su oportunidad histórica en un mundial se le esfumó y que en gran parte fue su culpa. Ojalá, por el bien del fútbol y la competición, que Ronaldo no termine de perder la fe en sí mismo y siga en su camino de autosuperación.

Párrafo aparte merece Lass Diarrá. Partido absolutamente malo del jugador francés que corrió mucho y mal. Lassana se está convirtiendo en un nuevo caso Gago, es decir, jugador hiperactivo que, ante falta de fútbol, abusa de sus condiciones físicas para hacer todo lo que no debe hacer un mediocentro. Además estuvo particularmente mal leyendo el partido y nunca logró aportar. Restó fluidez y no llenó espacios que uno suponía que él debía llenar. Y lo peor de todo es que a muchos aficionados merengues eso les parece jugar bien y apoyan la inclusión del jugador en el once titular. Personalmente, me parece un error que Mourinho asuma el error y le de minutos de sobre al francés por su capacidad de autocorrector.

Por último, exaltar el buen partido de Carvalho, y el fútbol de Marcelo. El portugués está en mejor condición física de lo que se pensaba y está acoplándose muy bien a la zaga blanca, mientras que el brasileño, sin haber tenido un gran partido, fue de lo mejor del equipo. Siempre encuentra alguna manera de aportar, y es la salida del balón del Madrid. Nunca pierde ante la presión, es capaz de salir conduciendo, y, además, sus desplazamientos en largo cada vez son más precisos y cada vez suman más.  El título de mejor lateral izquierdo del mundo le está cada vez más cerca.

jueves, 26 de agosto de 2010

Ibrahimovic, causas y consecuencias



La situación de Zlatan Ibrahimovic y el Barcelona es crítica. Ibrahimovic llegó al Barcelona dispuesto a darle un techo futbolístico más alto, pero diversos motivos, varios de ellos ajenos al delantero sueco, desembocaron en un final de temporada tétrico, en el que el Barcelona, que había barrido con casi todos sus rivales la temporada pasada, se convirtió en FC Messi y comenzó a vivir sólo de las rentas del Argentino, mientras el ambicioso segundo año del proyecto Guardiola resultaba un fracaso en cuanto a fútbol, que no de títulos ni estadísticas.

Los primeros meses de Ibrahimovic en el equipo fueron buenos en cuanto al rendimiento y productividad, incluso llegó a decidir el primer clásico de la temporada con su gol al Real Madrid; Sin embargo, los problemas comenzaron a aparecer. Zlatan es un 9 especial hasta el defecto. Es la contraparte de Kaká, el centrocampista más delantero del mundo, por cuanto Zlatan, a pesar de ser claramente delantero, siente la administración de la frontal casi que como un 10, y no dota a su equipo de ocupación del área, al menos no de la manera en que lo hace un 9 común. El desmarque de ruptura en Ibrahimovic casi que no existe y, ante esa situación, los recursos Iniesta y, sobre todo, Henry debían lucir  con mayor brillantez que el curso inmediatamente anterior, en el que el Barcelona había gozado de un 9 al uso. Además de la falta de profundidad, Zlatan muestra su mejor fútbol en el mismo lugar que el mejor jugador del mundo, en la frontal del área. La bajísima forma de Henry obligó a Pep a alinear a Iniesta muchísimas veces como falso extremo izquierdo (La teoría de los tres "10"), formando así un tridente con tres jugadores con tendencia administrar el carril central, haciendo que, en lugar de multiplicar su fútbol entre sí, terminaran restando. El fútbol del Barcelona terminó degenerándose, y se volvió fácil de defender debido a la falta de profundidad y de presencia en el área (Los dos segundos que el Barcelona se detenía a esperar que el área estuviese ocupada, resultaban en dos segundos de oxígeno necesario para el rival y dañino para el Barcelona). Ibra no tenía la culpa, pero era parte sustancial del problema.

El fútbol es, sobre todo, un estado de ánimo, y la situación descrita en el anterior párrafo llevó al Barcelona a un estado de ansiedad peligroso. Dependientes absolutos de Messi, el rendimiento individual de varios jugadores menguó, en especial de Zlatan que, de ser fácilmente uno de los cinco delanteros con mayor tecnica en el mundo, pasó a fallar controles y pases sencillos.  Pedro comenzó a empujar fortísimo desde la suplencia, a punta de goles y fútbol, y terminó casi que sacando a Zlatan del equipo titular del Barcelona. El divorcio Ibrahimovic-Barcelona había empezado a fraguarse y el representante del sueco hizo el papel de moza, convirtiéndose en el catalizador de la situación hasta el punto al que ha llegado hoy, a falta de pocos días para el fin del mercado de pases y en la antesala del inicio de la Liga BBVA.

El futuro: Principio de la Incertidumbre

Con Ibrahimovic más cerca de Milán que de Barcelona, las preguntas sobre el futuro del Barcelona se hacen imperantes. El fichaje de David Villa se entendió como un guiño al delantero de origen Bosnio, pues el español hubiese dado ese grado de profundidad, presencia en el área y gol que Zlatan, desde la frontal, no da; Sin embargo, ante la situación actual, uno tiende a pensar que Pep repetirá la formula de la final de Roma y del 6-2 al Real Madrid: Lionel Messi como falso 9.

Aquellos dos partidos aparecen en el historial del proyecto Guardiola como los mejores, junto a un par más, y los más mediáticos, sin discusión. Fueron el clímax, al menos de lo que va, de la era Guardiola, y ambos tuvieron la particularidad que Lionel Messi administró el carril central jugando como falso delantero centro, posición desde la que Messi hace estragos, nada nuevo, y regala un techo futbolístico mayor que desde cualquier otra posición y que cualquier otro futbolista hoy día.

El porqué de ello es fácilmente explicable haciendo alusión al principio de incertidumbre de Heisenberg. Siempre consideré más fácil explicar dicho principio desde la pregunta contraria, es decir, ¿Qué es la certidumbre? A lo cual se responde que la certidumbre es, en relación al principio de Heisenberg, saber exactamente dónde y cuándo está algo. El principio reza que cuando se trata de electrones, la certidumbre es imposible. Relacionándolo con Messi, Lionel jugando como falso delantero centro, es un electrón, y el cuadrado o triángulo que forman los centrales y los mediocentros (O interiores) rivales los científicos que quieren saber dónde y cuándo está Messi, sin éxito alguno. Lionel está, no está y llega. Va, no va y viene. Revolotea libremente en esa zona sembrando duda en el sistema defensivo del contrario, además de generar espacios, ventajas y contextos favorables para su equipo desde la administración de ese espacio y de su contacto con el balón (Entre menor sea más peligroso se vuelve), sumado obviamente al peligro que generan sus cualidades (Regate, gol, pase, etc) tan cerca del área.

Para complementar ello, Pep usaría dos extremos con un perfil similar al desempeñado por Stoichkov en su época en el Barcelona: Diagonales de afuera hacía adentro, desmarques de ruptura, presencia en el área, apertura del campo, y gol. Clarísimo queda que David Villa sería uno de los dos extremos, seguramente el izquierdo, pero el extremo derecho quedaría cojo con sólo Pedro y Bojan llenando el perfil. Quién suscribe considera a ambos buenos jugadores, pero no cree en ninguno de los dos como titulares indiscutibles en el FC Barcelona, por lo que lo ideal sería buscar otra pieza en el mercado, y, a falta de poco tiempo para su final, el único nombre que suena es Robinho.

El brasileño es un jugadorazo, capaz de sustentar el discurso futbolístico de un equipo grande, de condicionarlo todo. Lo hemos visto hacer eso en su último año en Madrid y en la selección brasileña. Tiene fútbol inagotable y ofrece, además, el perfil táctico que requeriría Pep. El Barcelona ganaría muchísimo fútbol en ofensiva y adquiriría un techo aún más alto de lo que significaba Ibrahimovic de 9. Y por supuesto ganaría el fútbol y nosotros los espectadores.

jueves, 19 de agosto de 2010

El Alfa, el omega y la poesía




Ayer no fue un día cualquiera.  El 18 de agosto de 2010 fue el día en que el alfa, el omega y la poesía confluyeron para que nosotros, todos los amantes del balón, disfrutáramos de la belleza del fútbol.  Fue un día mágico.

Primero fue el alfa. A primeras horas de la tarde sudamericana, sintonicé, sintonizamos muchos en un acto unísono de pasión, la TV para escuchar el bellísimo himno de la Uefa Champions League retumbar, no sólo en nuestros oídos, sino también en nuestros corazones ávidos de gloria. Sin importar que partidos nos preparásemos para ver, lo verdaderamente importante ya había pasado: Había dado inicio la Champions League.

Personalmente, poco me importaban los destinos del Sevilla o el Anderlecht. No. Yo estaba allí esperando con ansía, como niño pequeño, y Twitter es testigo de ello, la vuelta de Antonio Cassano a la máxima competición europea. Antonio, ese poeta maldito que llenó de inmensidad los campos de toda Italia, además de formar una inmortal sociedad con Francesco Totti y cuyo último gol en Champions League, con la narración italiana de fondo que embellece más el gol, es sencillamente mágico, regresaba a la élite y, aunque su equipo decepcionó, Antonio sabe que todo está en sus pies para la vuelta. Sólo el embrujo de sus botas puede cambiar el rumbo de “La Samp”.

Y luego llegó el omega. La final de la Libertadores, que ha vuelto, poco a poco, a su nivel, tras un par de temporadas bochornosas, significó el fin de unos siete meses de puro fútbol, sueños y goles. Se enfrentaban el Inter de Porto Alegre contra las Chivas de Guadalajara con un Beíra Río enmudecedor de fondo, y con cosas que sólo pasan bajo la mística del torneo: Himnos cortados, rebeldes que se escapan del himno rival y prefieren calentar, sangre en el campo y gorros de baño Speedo como solución al problema, tangana al final, perdedores que en un principio se niegan a subir y recibir la medalla, y mil fotografías más que llenan de leyenda cada edición de la copa. Inter fue campeón, pero la cúspide de la noche fue el tercer gol.

En Inter juega Giuliano Victor Da Paula, un duendecillo brasilero que parece sacado de un cuento de hadas con la misión de enjoyar el terreno de juego. Movimientos de bailarín combinados con una ejecución purista del fútbol. Giualiano está envuelto por un halo mágico, el halo de los grandes. A falta de un minuto recibió el balón casi en la frontal, levantó la cabeza y dibujó una jugada monumental. Avanzó con ese ritmo infernalmente lento, yendo de muy lento a lento, sobrepasó a dos jugadores con su gambeta, y antes de la llegada del tercer defensor y del portero, le dio un toquecito al balón, levantándola sutilmente, casi como si estuviera pasando el balón a la red, para marcar uno de los goles más bonitos que recuerde en una final. Poesía.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Antonio Cassano, poeta

Antonio Cassano, poeta. Enric lo definió fabulosamente. Antonio Cassano es un poeta. Mi jugador favorito. El Verlaine del fútbol. Hoy vuelve a jugar a Champions, lo hace mientras público esto. De Antonio ya se ha escrito bastante, pero nadie lo retrató mejor que Enric. Hoy me "robo" su artículo y lo suscribo totalmente. Cassano en el área es de las mejores cosas del fútbol.



Ya que hablamos de poesía, de fugacidad inolvidable, recordemos que entre los poetas hay de todo.
Foix vigilaba la caja de la pastelería familiar en Sarrià y Panero era mediopensionista de manicomio. Baudelaire se autodestruyó y Rimbaud destruyó a otros con su negocio de esclavismo.
Hablando de lo mismo, Beckenbauer, que de joven fue el mejor medio centro de todos los tiempos, se refugió después en la cueva del libero,donde no se falla nunca porque toda la responsabilidad es de los marcadores; Cruyff, que fue Cruyff, hizo en el Ajax lo que nadie había hecho desde Di Stefano, dio una gran Liga al Barça y luego pasó años pegado a la línea izquierda, presto a sacar de banda; Pelé lo fue todo porque el Gobierno brasileño le declaró intransferible y le reservó para los grandes acontecimientos internacionales.
Éstos arriba mencionados fueron poetas inmortales, destinados a custodiar la Academia.
Hubo otros que murieron en cuanto perdieron de vista el balón. Best se abrazó al alcohol, como Garrincha. Maradona se sostuvo con cocaína. Gascoigne ni se abrazó ni se sostuvo: se abalanzó a mitad de carrera sobre la cerveza y los triglicéridos.
El calcio dispone hoy de dos jóvenes poetas.
Kaká, de 22 años, en el Milan, es guapo, longilíneo, culto, de vida equilibrada y de movimiento vertical sobre el césped; seguramente disfrutará de una larga vida deportiva, ganará títulos, recibirá honores y administrará su gloria con inteligencia.
Cassano, de 21 años, en el Roma, es un delantero decididamente feo y payaso. Viene del sur, de Bari, una zona pobre de tradición griega y albanesa. Los objetivos de los fotógrafos le persiguen durante el partido: pide la botella de agua para remojar al masajista, rompe a patadas el banderín de la esquina, se quita la camiseta o se baja los pantalones, según exija la ocasión, y disfruta intensamente el fútbol.
Uno teme que Antonio Cassano, poeta, pertenezca a la estirpe de los malditos. Un tipo como él no puede crear tanta belleza y quedar impune. La poesía es condensación, compresión de códigos en unos pocos signos. Y a eso se dedica Cassano en ese palmo cuadrado del área hacia el que confluyen el portero y un par de defensas y en el que un segundo es una vida.
Cassano no es de los que rematan al bulto: eso es periodismo. Tampoco piensa en cómo ha llegado ahí el balón y en cómo marcar: eso es novela.
Por supuesto, no busca el penalti: eso es ensayo.
Los pies de Cassano intuyen y sienten: adivinan dónde hay un vacío, cuánto se puede esperar, quién está en cada lugar y por qué. Y, mientras marca, ríe. Además de feo, es cruel y desconsiderado.
A Cassano, poeta, habrá que disfrutarlo mientras dure.






domingo, 15 de agosto de 2010

Sobre el fútbol

Empieza la temporada 10/11, y en Fútbol de Centrojás queremos compartir ciertos lineamientos que, quien escribe, sigue para su disfrute del fútbol, y que, obviamente, serán los lineamientos que seguirán los análisis que aquí se hagan.



Hace unos días tuve la oportunidad de leer el magnífico ensayo de Estanislao Zuleta “Sobre la lectura” en el que el filosofo colombiano hace una crítica fortísima al sistema educativo y a la forma de leer del hombre moderno, además de que invita y enseña a leer bien. En su ensayo, Zuleta dice que la buena lectura es una lectura trabajada y que inicia con una pregunta. Lo que Zuleta dice que debería ser la buena lectura es algo que a mi me gustaría aplicar al fútbol. El espectador común se pierde, como el lector común, el 80% del espectáculo por no hacer una buena lectura de lo que pasa en el terreno de juego.

Dentro de su ensayo, Zuleta escribe que: uno puede leer Crimen y castigo sin darse cuenta de que no ha entendido nada, sino que un señor mató a dos viejas y finalmente lo metieron a la cárcel; y en las páginas rojas de los periódicos aparecen cosas de esas todos los días, eso no quiere decir nada, eso no tiene que ver nada con Crimen y castigo”. Lo mismo pasa con muchísimos partidos de fútbol. Parafraseando a Zuleta, uno puede ver la final de Roma y pensar que el Barcelona ganó 2-0 y que Xavi e Iniesta ganaron el partido, y eso no fue lo que pasó en Roma. La final de Roma es Lionel Messi diciéndole a Cristiano Ronaldo que el no quiere ser el mejor del mundo, que el quiere ser el mejor de la historia. La final de Roma no es Xavi e Iniesta. La final de Roma es Lionel Messi.

Para empezar, hay que entender el fútbol como un deporte de gama alta, de alta complejidad. El fútbol no goza de la fuerza mediática en ese sentido que si tienen otros deportes como el Hockey, el Ajedrez o el Baloncesto, y eso crea la sensación de que el fútbol es sencillo, y no se le da la dimensión que merece un deporte en que participan 22 seres humanos y una pelota, impredecible, en un terreno de 100 x 65, y que, además, se juega con los pies. La cantidad de variantes que resultan de eso es mucho mayor, por ejemplo, que la de llamado “Deporte Ciencia”. Detrás de la simpleza de su concepción (Dos porterías, dos equipos, un balón, gana el que haga más goles), el fútbol esconde su carácter complejo.

Todos los equipos del mundo son formados para ganar, y, para ganar, existen miles de formas. Es tan bueno, y tan difícil, el ganar con el 80% de posesión y fútbol de toque, como el ganar con 30% de posesión, defendiendo en el borde del área y contragolpeando. Los estilos, estilos son, y uno de los prejuicios que entorpecen el disfrute del fútbol en su máximo sentido es, sin duda, el creer que un estilo es mejor, o conlleva mayor dificultad, que otro. Lo importante en el fútbol es el espacio, crearlo y administrarlo, y el balón, el saber a donde llevarlo, como llevarlo y a que velocidad. La relación entre esos dos conceptos, porque eso es lo que son, es estrechísima, y para entender que es lo que pasa en el terreno de juego, es necesario estar atentos al porqué y al para qué de su uso.

La comprensión, y la buena lectura, del fútbol se da cuando uno ve el fútbol "a la luz de un problema", como dice Zuleta de la propia lectura, entendiendo problema como "una esperanza y una sospecha. La sospecha de que existe una unidad, una articulación necesaria allí donde hay algunos elementos dispersos, que creemos entender parcialmente, que se nos escapan, pero insisten como una herida abierta; la esperanza de que si logramos establecer esa articulación necesariamente quedará explicado algo que no lo estaba". Entonces, cuando uno se pregunta porque España 2008 puede defender tan fácil cuando pierde el balón Torres tras centrar al área y para qué Torres, delantero centro, tira un desmarque de adentro hacia afuera tan radical, y une ambas preguntas, es cuando uno empieza a disfrutar del fútbol en su complejidad. Detalles que para el aficionado común, están, pero no interesan, son la esencia de este deporte, y es desde ellos desde donde se puede explicar que Pep Guardiola era buenísimo, o que Brasil 82' es, quizá, el mejor equipo de fútbol que ha existido.

El último paso es el de la interpretación, y anterior a este es el de la pregunta, sin embargo, el primer paso es la sensación. El fútbol es un deporte en que la sensibilidad, en cuanto a estímulos, no sentimientos, es factor primario. Para ver fútbol hay que tener los sentidos despiertos, percibir situaciones, preguntarse e interpretar. Robinho efectua un desmarque semicircular por detrás de Kaká, y Kaká abre el balón para Bastos que aparece solitario en banda. El lector de fútbol debe primero percibir que hay pasó algo especial, luego preguntarse el qué, el porqué y el para qué, y, sólo entonces, interpretar que fue lo que pasó. Y disfrutar. Ese trabajo hermenéutico tiene su premio en la satisfacción que producen esos detalles. Lo especial siempre produce satisfacción, y ese tipo de situaciones son especiales.

Obviamente no digo, ni quiero decir, que leer el fútbol sea la única manera de disfrutar de este excepcional deporte, bello como ninguno, y lleno de pequeñas glorias. No, en lo absoluto. Aquel que disfruta el fútbol desde el amor a unos colores, por encima del amor a la pelota, lo puede llegar a disfrutar más que otros. Así como aquel que se divierte escuchando las, muchas veces totalmente absurdas, discusiones de periodistas, y luego va al bar a ver el partido con los amigos mientras se emborracha. El fútbol es infinito y ofreces infinitas opciones de disfrutarlo. Queda en cada uno la decisión de como desarrolla su pasión por él.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El Centrojás




Parado en la mitad de la cancha, por delante de los defensores y detrás de los interiores. Anda erguido, cabeza levantada y el balón pegado al pie. La pasa y ordena. Y pega un grito.  La pasa, y a veces, va. Luego la pierde su equipo y el aguanta, mirada fija en la pelota, sentidos despiertos, atentos a los espacios. Y aparece ahí, justo dónde el balón se divide, justo antes que el rival la tome. O desaparece de la pantalla de la tv y lo vemos luego en la repetición ocupando el espacio perdido por un compañero. O salta valiente al rescate del balón, corta el ataque, inicia el contrataque, siempre erguido, siempre bien.

 El fútbol es un deporte simplísimo, pero complejo. Sin querer profundizar en lo que es este deporte, diré que en el fútbol hay dos fases de juego: De posesión y de recuperación, y que podríamos dividir la fase de posesión según zonas de campo: Base de la jugada, creación de la jugada y zona de aceleración; Nuestra propia mitad, el primer cuarto de la otra y el último cuarto, respectivamente y grosso modo puesto que podemos encontrar muchísimas formas de jugar según los diferentes matices de un equipo u otro.

El fútbol es, básicamente, eso.  La situación más repetida en el fútbol es la siguiente: Recupero el balón en mi campo, salgo jugando, llevo el balón a los jugadores más adelantados, fútbol asociativo, el balón llega a los puntas y se acerca peligrosamente al área rival, ahí  acelero la jugada, pierdo el balón y finalmente me preparo para recuperarlo y reiniciar el ciclo. ¿Y cuál es la importancia del centrojás en todo esto? Toda.

El centrojás, el 5 argentino o el 4 holandés, para ser más claros, es uno de los futbolistas más gravitantes en un equipo. Su misión es esencial, ser líder. El mediocentro no debe ser el que más grite, aunque un grito ayude mucho, sino el que dé más fútbol. Es quien empieza el ataque, casi siempre, de manera directa o indirecta, y el que lidera la recuperación. Solitario en su zona la pide, la guarda y la pasa. Escapa de la presión, adelanta líneas, ofrece apoyo, soluciona. Se suma a la creación y verticaliza, o cambia de frente con una diagonal preciosa al extremo. O sale conduciendo, eliminado rivales y líneas de presión, arrastrando marcas y creando espacios, y ataca, y llega. Y además contemporiza el ataque rival, se anticipa al mismo, ocupa los espacios vacíos y apoya en el pressing a los compañeros. 

Pero hay quienes fueron a más. La liga española de los 90’s regaló a quizá los dos grandes mediocentros de las dos grandes escuelas a nivel mundial. Ambos jugador  de “Balón de Oro”. Ambos jugando en uno de los dos equipos más grandes de su liga. Ambos ganadores de Champions League. Ambos dirigidos por los dos grandes entrenadores de los últimos 20 años.


Fabio Capello: “Me quedé fascinado con él. A todo lo que se le presuponía, que iba un paso más allá de los demás, unía el ser un jugador tácticamente perfecto” Sobre Fernando Redondo.

Johan Cruyff: “La táctica es lo que debe quedar cuando todo lo demás falla. Por eso nosotros solíamos estar por encima. Teníamos a Guardiola”.


Ante palabras tan autorizadas uno podría simplemente no agregar más, pero hay que hacerlo. Redondo y Guardiola fueron los dos últimos mediocentros grandes, grandes de verdad. Ellos fueron los últimos en ir más allá. No eran sólo básicos, sino que lo eran todo. Eran jugadores capaces de todo, no sólo de ser el líder futbolístico de un equipo, sino de ser el fútbol de un colectivo grande. Hoy ni Mascherano, ni Xabi Alonso, ni De Rossi, ni Diarrá son eso. Pirlo quizá lo fue.

Redondo era la elegancia. Siempre erguido, le daba lo mismo ser el primer pase del equipo que irse de dos rivales con un regate de tacón y descargar en Raúl. Físicamente enorme, correoso y peleón. Recorrió el testigo de los centrojaces de antaño, de los del Río de la Plata, y se convirtió en el mejor de todos. Un uno contra uno, tanto en defensa como en ataque, enorme, impasable y capaz de regatear a cualquier defensor. Su campo de acción era absolutamente enorme, participaba en todas las fases y todas las zonas del campo con la misma eficacia. Amo y señor del Mediocampo, le dio, con Raúl y Roberto Carlos, dos Champions a un equipo muy lejano a ese nivel. Tecnicamente poseía todos los recursos y tenía todo el fútbol del mundo. Más rebelde que frío, el balón a un costado era como un pinchazo en su cabeza y, antes de que la acción rival fuera gestada, Redondo ya estaba ahí donde debía estar para recuperar y lanzarse al ataque con total acierto. Y además era un maestro de la perdida. Redondo nunca perdía un balón en el sitio no indicado para ello. Su fútbol era, parafraseando a Nietzsche, para espectadores con carácter de vacas, capaces de admirar su falsa lentitud y su excelente manejo del espacio, en lugar de asombrarse sólo con su gallardía y lujos.

Guardiola era también así, pero menos espectacular y más sencillo. En el fútbol de Guardiola no había lujos, no había regates, no había cabalgatas de 15 metros para hacer una pared en la frontal. No lo necesitaba. Guardiola era el oxígeno y la fluidez. Pep manejaba el pase de 2 metros tan bien como el de 30 a Stoichkov. Era el primer pase perfecto, y el apoyo en su zona. Pep aseguraba la pelota. Con Guardiola la posesión siempre era del equipo para el que él jugase. Siempre la decisión correcta, siempre la pausa justa y siempre la aceleración de la jugada. Tenía un mapa en la cabeza. Cada espacio y cada jugador se dibujaban en su cabeza. Aparecía ahí, trotando, se anticipaba, recibía y al segundo mandaba el balón a un compañero y el Barcelona alcanza una ventaja posicional vital. Y en defensa también. Pep se anticipaba a todo. Al balón, al rival y al compañero. Y no era rápido, ni fuerte ni alto. Todo lo hacía por una lectura estupenda del juego. Su manejo del fútbol posicional era genial. Y sus compañeros lo agradecían porque sabían que el siempre estaba allí, a un lado suyo, o en el lugar que ellos habían dejado libre. Y sabían que si se la pasaban el balón seguiría siendo suyo porque Pep no lo perdiría.

Ellos demostraron que se podía ir más allá. Que el mediocentro podía no ser sólo básico, sino que podía serlo todo. Que podía ser el fútbol de un equipo grande. Que un mediocentro podía ser el centro de gravedad de un colectivo. Que un mediocentro podía con un sólo pase gestar una ventaja clarísima. Que un mediocentro podía estar en todas partes y ser protagonista en la zona de aceleración. Simplemente que el centrojás podía serlo todo. Que un centrojás podía serlo todo, y que no necesitaba gritar de más, pegar de más, ni ser el más rápido o el más fuerte. Que podía ser el más rápido sin correr, y que podía atreverse a correr y generar ventajas. 

Recordamos con nostalgia al centrojás. Recordarmos con nostalgia a Redondo y a Guardiola, mientras tratamos de disfrutar con Banega y Alonso.