miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cesc, el centrocampista



En un mes en el que la falta de rodaje de los equipos, tanto de Europa como de Sudamerica, nos ha quitado muchos momentos de fútbol de alta calidad, y nos ha brindado, en cambio, momentos soporíferos, es momento de resaltar a uno de los mejores jugadores del mundo, uno de los más infravalorados en su propio país, uno de los que mejor han empezado la temporada, y uno de los más desafortunados del mundo: Cesc Fàbregas.

Críado en la Masía, Cesc es comparado con asiduidad a Xavi e Iniesta, de manera, quizá erronea. Cesc se desmarca de la comparación con Xavi desde que es un futbolista mucho más complejo, con muchas más virtudes, menos definido y que, debido a la influencia Premier League en su fútbol, es un jugador que juega a un ritmo más alto que el de Terrasa, y a partir de ahí se podrían explicar muchos de los problemas que afronta Cesc en la Selección española de Xavi Hernández.  Tampoco es un Iniesta, a pesar de que comparten el hecho de ser capaces de jugar en los dos vértices del mediocampo con la misma facilidad, Cesc es un futbolista más relacionado con la base de la jugada que Iniesta. Ambos son los centrocampistas, y, aunque Iniesta es indudablemente mejor, el fútbol de Cesc no se escapa mucho del fútbol del Manchego.

Cesc nace como futbolista en la élite, al lado del mediocentro. Viera o Gilberto Silva lo tuvieron de escudero en la base de la jugada del último Arsenal de Henry. El entonces juvenil dio grandes réditos en esa posición, la misma que ocuparía Xavi Hernández en un 4-4-2,  y se convirtió en uno de los especialistas del mundo, (España, en ese sentido, cuenta con Piqué, Xabi Alonso, Xavi, Cesc e Iniesta. La salida del equipo español debería ser perfecta.)  a pesar de las constantes críticas por parte de los medios ingleses sobre su condición física, catalogada endeble en demasía para jugar en la base de la jugada (Falacia usada hoy con el inglés Wilshere). 


Con la salida de Henry rumbo a Barcelona en 2007, la jefatura del Arsenal pasó, irremediablemente, al segundo jugador más talentoso de la plantilla en ese entonces: Cesc. En la base de la jugada, al lado de Flamini o de Gilberto Silva, Fàbregas desplegó todo su fútbol. Organizaba la transición ofensiva de su equipo desde un repertorio técnico notable, además obviamente de todo el talento futbolístico que posee, con pases precisos tanto en corto como en largo, conducción potente ayudada por su nuevo físico, fortísimo que le ayudó a incrementar su rango de acción. Cesc pasó de pesar sólo en la base la jugada, a condicionar toda la transición ofensiva de su equipo, a aparecer por todos lados y a convertir el carril central en una autopista, batiendo líneas y llegando a zona de aceleración con asiduidad para hacer uso de su magnífica visión de juego y su disparo seco y raso.

Con su dominio físico, incluso en la exigente Premier, Cesc dio un paso adelante en su evolución como futbolista. Lo controlaba todo, desde la base hasta la frontal, y sus compañeros lo sabían, lo buscaban y lo potenciaban. Cesc caía a un costado muerto, conducía hasta la frontal y asistía, recibía en una banda y centraba, caía en la frontal, se inventaba una pared y definía en el área. Su fútbol alcanzó una variedad de registros inalcanzables para otros interiores, que han convertido a Cesc en el centrocampista. Saca lo mejor de sí en la base de la jugada, organizando, ocupando espacios, acelerando la jugada, condicionando la transición ofensiva desde su inicio, pero también destaca en el desmarque de ruptura, en el ataque al mediocentro y en la llegada desde atrás. Adquirió gol, aumentó el ritmo de su fútbol y se ha convertido en el cerebro de fútbol más dinámico de Europa. Xavi, el otro gran cerebro, tiene un sólo ritmo, mientras Cesc es capaz de ir de primera hasta sexta velocidad. El control del juego a la máxima velocidad.

Esta temporada el Arsenal nos ha regalado momentos brillantes de fútbol de la mano de Cesc Fàbregas y Jack Wilshere. La falta de "punch" del equipo de Wenger nos ha condenado a tener que disfrutar del fútbol de Cesc Fàbregas más alejado de la base de la jugada de lo ideal, pero la llegada de Wilshere compensa un poco eso. Ambos futbolistas se complementan perfectamente, juegan a lo mismo y nos han devuelto a un Fàbregas más Cesc y menos Gerrard, que era el recurso que Wenger había estado utilizando. Fàbregas pesa en todo el centro del campo y extiende su talento hasta la zona de definición. Tiene capacidad de sufrimiento, brega y talento y tecnica defensiva. Es el centrocampista. Así como lo eran en los 80's esa gran generación de brasileros que controlaban todos los registros de esa línea del campo, Cesc así lo hace. Uno de los mejores 15 futbolistas del mundo, y que será mucho mejor el día que haga parte de un proyecto futbolístico más ambicioso que el de Wenger.

Hace nada se nos ha lesionado (¡Otra vez!), y nos ha dejado tres semanas sin su fútbol. Como con Messi, la sensación es de tristeza. Ojalá se recupere y no vuelva a recaer. El fútbol se pierde un talento colosal.

jueves, 2 de septiembre de 2010

"El ser contextual"




Para definir como juega o como va a jugar un equipo de fútbol, siempre bajo la premisa de que la aspiración de todo equipo es jugar bien para ganar, tenemos como imperativo definir antes lo que es jugar bien, tanto a nivel colectivo como individual, y siempre teniendo en cuenta la incientifidad del fútbol como deporte en el que priman factores diversos y muchos de ellos intangibles.

Empezaremos por decir que, por mucho que nos guste un estilo determinado, no debe haber prejuicios a la hora de valorar, de manera objetiva, si un equipo desarrolla un buen juego o no. Jugar bien se podría definir como aplicar correctamente un modelo que te permita imponer tus virtudes sobre tus defectos, y las virtudes del rival, en pro de una victoria. No hay un factor determinante que nos diga cuando un equipo juega bien (Puedes tener 30% de posesión que puedes estar jugando un partido excelente), y cada partido es un contexto diferente. Las mismas señales que hubo en uno no se aplican 100% en otro, por más que sean los mismos equipos. El Chelsea jugó muchísimo mejor que el Barcelona en las semifinales.

Bajo ese concepto hay también que decir que el fútbol es de los futbolistas. Estos son materia prima que te ayuda a desarrollar un modelo en que optimices su rendimiento para disminuir el del rival. El fútbol debe entenderse a través de contextos, favorables y desfavorables, y la creación de los mismos. La coherencia entre jugadores ayuda a optimizar y potenciar sus virtudes individuales y del colectivo, así, un equipo de fútbol debe estar conformado por jugadores, no complementarios entre sí, sino que jueguen a lo mismo, y con eso no me refiero a la teoría "cromos repetidos", sino a que cada jugador dé las soluciones que los otros necesitan para crear ese contexto favorable del que hablamos. Si la apuesta para optimizar el juego colectivo, jugar bien, es la del fútbol interior, es consecuente tener jugadores coherentes con ese planteamiento y, por ende, es mejor tener a Marcelo o Alves de laterales que a Maicon y Abidal, pues son jugadores que responden al contexto de "juego interior y en corto" que se plantea. Si a los jugadores se les da un contexto favorable, lo normal es que se juegue bien, y se jugará mejor en relación a la calidad individual que atesore cada jugador. "El equipo es un ser contextual", Lillo dixit.

Teniendo claro el concepto de jugar bien como colectividad, pasamos a dibujar el mismo concepto a nivel individual. ¿Cuando juega bien un futbolista? Es una respuesta que puede tener varias interpretaciones. La que aparece en la prensa es la superficial, la de los goles, las asistencias de gol, las paradas y los robos de balón. Hay que decir que el futbolista es un todo que se divide en muchas cosas. Uno puede analizar a un futbolista desde el apartado técnico, el apartado físico, el apartado táctico, el apartado mental y el apartado intangible de la sensibilidad, que lo reúne todo y es además un parte de ese todo mayor que es un jugador de fútbol.

Técnicamente un futbolista puede reunir condiciones extraordinarias. Calidad en el pase, visión de juego, calidad en la definición, calidad en la anticipación, calidad en el quite. A nivel táctico hay jugadores con gran lectura del partido (Analizar el desarrollo del mismo y, a partir de la interpretación de cada situación, tomar la decisión correcta sobre que le conviene más al colectivo para generar y tener el contexto favorable anteriormente explicado), polivalentes, con gran lectura de los movimientos del rival y los compañeros. En apartado mental físico hay jugadores con gran velocidad, gran fuerza, altura, potencia, agilidad; y en lo mental hay jugadores con capacidad de liderazgo, de sobreponerse a la presión, de influir en los rivales y compañeros, etc. Al referirme a la sensibilidad me refiero a la capacidad natural y nata (Se tiene o no se tiene), que puede ser mejorada, de un jugador para decidir correctamente sus movimientos, con y/o sin balón, dentro de un terreno de juego, a pesar de, muchas veces, no tener el conocimiento de porqué hacer X movimiento.

Entonces, siguiendo el silogismo, un jugador de fútbol juega bien cuando logra que sus cualidades potencien el colectivo a partir decisiones correctas que permitan a sus compañeros gozar del contexto ideal para que ellos también desarrollen sus condiciones.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La apuesta por el talento


Era Domingo. Por la mañana había visto la victoria del Barcelona sin mucho interés. Luego tocó el turno del Madrid de Mourinho. Las expectativas eran altas, pero el partido fue decepcionante, una oda al mal juego (Algo que debí haber presupuestado cuando vi a Lass en el once). Con los ánimos un poco bajos por el mal espectáculo presenciado, me dispuse a ver el Milan - Lecce en diferido, a sabiendas del resultado, y sabiendo que Zlatan todavía no iba a ser parte del equipo. Las expectativas, al contrario que con el partido del Real, eran bajas. La sensación después de terminado el partido era de felicidad.

La primera mitad de Ronaldinho y, sobre todo, Pato es orgásmica. Ronaldinho no tiene ya el físico de hace cinco años que le permitía explotar todo su (Inmenso) fútbol junto a su perfección técnica, pero aún así Ronaldinho sigue encontrando recursos para dotar a su equipo del fútbol que atesora. Arrinconado en la banda izquierda, no regatea nunca en carrera, no lo intenta, aguante el balón, lo pisa, lo mueve, y vienen uno, dos, tres y hasta cuatro jugadores rivales. Y no lo pierde nunca. Se asocia, se mueve, se asocia y, entonces, ya está en zona de aceleración y pone un pase magnífico a Pato. El Milan desborda. Pato se deshace de las ataduras de su posición y rompe en diagonal hacia la izquierda y combina con Ronaldinho. La atracción que ejercen es tan grande que Borriello tiene espacios. La siguiente jugada hace lo contrario y abre el campo por la derecha, recibe, desborda, ve el hueco, se mete al área y remata. Minutos después hace un desmarque de ruptura potentísimo, Pirlo le lanza el balón, la mata en el área, elimina rivales y remata. El Milan gana.

Pato y Ronaldinho, Ronaldinho y Pato. La dupla que le dio vida al Milan la pasada temporada, y lo hizo ser un equipo difícil de derrotar en Champions (O al menos no tan fácil). Se sumaban Seedorf y Pirlo, además de un partido ante un rival fácil, en un contexto poco exigente. El Milan golea. Y divierte. Y juega al fútbol. De vez en cuando aparecía el desespero en mi rostro por culpa de Borriello, pero inmediatamente la cámara enfocaba a Ibrahimovic sonriente en la tribuna. Me imaginaba a Pirlo lanzando el balón a Ibrahimovic, que la aguanta la frontal, detiene el mundo, y pasa a Dinho que la aguanta dos segundos, esperando el desmarque de Pato, y envía un pase interior a la espalda de los centrales para el ex-Internacional que recibe, regatea al portero y marca.  El Milan por fin volvía a pesar, apostaba por el talento y el talento respondía.

Y luego se produjo el fichaje rey del verano. El jugador del mercado que más podía mejorar un colectivo, y al que pocos se atrevían. El Milan apostó y seguramente se regodeé a final de temporada de su acierto. Robinho llegó a Milan a darle una dimensión colosal al proyecto. Hay 15 (jugador arriba, jugador abajo) futbolistas en el mundo capaces de ser un discurso futbolístico que condicione todo un partido elite, y el Milan, que ya tenía uno aún por explotar, ficha dos con ganas de comerse al mundo, y a eso le suma que tiene un jugador con suficiente fútbol para desbordar cualquier equipo del mundo en un momento determinado. Una apuesta flagrante por el talento del más alto nivel. 

Sin embargo, a pesar de que el Milan aunó el talento suficiente para ser ellos mismos quienes se pongan límites, también es evidente que el equipo es imperfecto. La falta de solidez es el mayor peligro para el Milan. Si Allegri es atrevido y le da cabida a todo el talento que tiene en su poder, el Milan jugaría con cuatro delanteros y sólo dos mediocampistas. Los nombres que posee el equipo rossonero para esa parcela del campo, no son sinónimo alguno de seguridad. Andrea Pirlo y Clarence Seedorf, lejos los mejores centrocampistas del equipo, son fuente de duda. Los años no pasan en vano y la pareja de medios hace casi un lustro dejó de dar el nivel elite con regularidad. La pregunta de que si ellos dos podrán sostener al 'fab 4' rondará por la cabeza de Allegri durante el proceso de formación del equipo. Las otras alternativas, Mathieu Flamini, Massimo Ambrosini y Kevin Boateng, tampoco parecen ser opciones fiables. Y si hablamos de la zaga, el panorama es peor. Thiago Silva aparece como único sostén medianamente competitivo. Los laterales rossoneri están lejos de la elite, y Nesta dejó de ser hace años el mejor defensa central del planeta. Panorama preocupante.

Si el Milan logra ser sólido con los mimbres que tiene, Allegri se graduará de entrenador, sino, deberá buscar en el mercado lo que debió haber encontrado ya hace un tiempo. El mercado de invierno, a priori, parece ser imperante para el Milan. Un centrocampista que sostenga todo lo que se genera arriba y que, además, le de carácter competitivo al conjunto, es absolutamente necesario. Pocos nombres concuerdan con el perfil y la mayoría de ellos son inaccesibles hoy día para Galliani. Sólo Mahamadou Diarrá es una alternativa posible, pero la falta de competición del pivote africano también podría generar dudas sobre su fichaje. Escenario difícil.

Aún así, y aunque no ganen nada este año, el Milan ha sido valiente y seguramente nos dará varios de los mejores momentos de la temporada. Es lo que tiene el talento, que los límites son los mismos que los límites de los sueños: Ninguno.