martes, 30 de noviembre de 2010

La victoria del futbolista





Se había hablado demasiado. No era para menos. El contexto del primer Clásico de la temporada 2010/11 tenía todos los condimentos para el debate futbolístico de mayor calidad. Se enfrentaban el mejor entrenador del planeta, a cargo de la plantilla más cara de la historia, en frente del equipo que ha dominado el fútbol mundial los últimos tres años y que, contaba, además, con el mejor jugador del mundo en sus filas. Material para hablar durante horas. Y ciertamente así fue, sin embargo, no sirvió de nada.

Al frente de Mourinho, el genio del Banquillo, jugaba Lionel Messi, el genio del césped, la pelota y el fútbol. El partido de Messi nos volvió a recordar que el fútbol es de los futbolistas y, si eres EL FUTBOLISTA, el fútbol es tuyo. A pesar del extraño planteamiento de Mourinho, condicionado, claro está, por la baja de Higuaín, que obligó a modificaciones posicionales explicables, pero de difícil justificación, en el que el Madrid comete el peor error que se puede cometer ante este Barcelona, es decir, regalarles la salida del balón (Sevilla lo hizo y se llevó 4), confiándose, quizá, en demasía en su segunda jugada y su excelente ataque posicional, las verdaderas razones de la aplastante victoria del Barcelona tienen nombre y apellido. Sin Lionel Messi a ese nivel, el Barcelona quizá hubiera ganado pues todos sus jugadores jugaron a un nivel estupendo, puede que el mejor partido de la era Pep,  pero no con una diferencia tan abultada. El 5-0 no fue la diferencia entre el mejor Barcelona y el Madrid de ayer, sino entre Lionel Messi y el resto de futbolistas del mundo.

El Madrid empieza a perder el choque desde lo psicológico en el momento en que Lionel Messi roba un balón en la línea de fondo a Di María, regatea y provoca un tiro de esquina que, segundos después, termina en un balón colgado por Messi por encima de todos, como él mismo, y que se estrella en el palo. Y lo empieza a perder desde lo táctico cuando Alves termina de desnaturalizar al Madrid llevando a Di María a hacer un doble lateral obligado gracias a su posicionamiento en mediocampo. Sólo bastaron los pocos minutos entre la primera situación y la segunda para que el Barcelona, sin marcar aún, ya tuviese una ventaja enorme.

Y luego vinieron los goles y la brutalísima exhibición de Lionel Messi. Messi no jugó en la derecha y no fue el falso nueve al uso que podemos encontrar en el 6-2 o en la final de Roma. Messi jugó de delantero, bajando mucho a contactar el balón, aclarando siempre la jugada, mejorándola, dandole sentido y generando el contexto propicio para que el Barcelona realizara su mejor fútbol. Messi recibía de cara y ocupaba la atención de todo el mediocampo merengue, que corría detrás del argentino, perdiéndose en el espacio y regalando montones de zonas libres para la recepción de los locales. Destrozó al mejor mediocentro del mundo, hizo añicos la pareja de centrales portuguesas, una de las mejores del mundo, y como consecuencia de su fútbol desnudó todos los defectos de los laterales blancos y desactivó cualquier intento de represalia. El futbolista jugó, posiblemente, el mejor partido de su carrera en liga española y el único pero a su encuentro no está en él, sino en el rival que no generó ningún problema que Messi pudiera solucionar, y esa es el fundamento que decide los más grandes partidos. Más allá de eso, sólo se puede disfrutar con la actuación del rosarino. Perfecta, rozando un nivel inalcanzable para ningún futbolista activo y que causa muchas dudas para quiénes todavía somos reticentes al dominio del argentino sobre el fútbol post-maradona.

Bajo ese contexto jugó el Barcelona, y Xavi, el futbolista que define el estilo, e Iniesta, el segunda espada que tiene tanto fútbol para ser el primera espada de cualquier equipo grande, simplemente jugaron a un nivel superlativo, dando lo mejor de su fútbol, al menos en el estado actual de Iniesta. La velocidad de la circulación, la calidad de posesión, la calidad de la perdida, la profundidad, la aceleración... Todo en el Barcelona, a nivel de estilo, fue simplemente perfecto. 

Mención especial para Villa, que ganó prácticamente todos los duelos a Sergio Ramos, fue un constante generador de peligro y, por fin, logró darle al Barcelona ese plus de profundidad, de miedo, de gol, de presencia por el que se lo trajo. El Barcelona, todo, jugó a un nivel inalcanzable para cualquier colectivo en este momento. Y nos hicieron disfrutar. Una noche mágica sin duda.

Fue la victoria del futbolista.

domingo, 28 de noviembre de 2010

El día antes





Desde este espacio se tenía pensando hacer un análisis previo del clásico, pero tras el excelente podcast realizado por la web amiga, Ecos del Balón, creemos redundante hacerlo y, por eso, nos deleitamos de compartir dicho documento aquí.

Podcast 3x04 Ecos del Balón

Más allá de eso, creo importante resaltar que, personalmente, el partido estará en, primero, con que pie se levante Lionel Messi, segundo en la perdida de Balón de Barcelona y la salida de balón por parte del Madrid, y tercero, en quién logra tener el balón la mayor parte de tiempo en campo rival.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Don Lionel Messi


Hablar en profundidad del magnífico choque del sábado es, gracias a Lionel Messi, innecesario. Cuando cosas como las que pasaron en el Camp Nou suceden, es inevitable preguntarse ¿Para qué? ¿Para qué tanto trabajo y esfuerzo en la preparación de cada partido? ¿Para qué tantos análisis y debates en profundidad? ¿Para qué todo eso si Lionel lo borra todo en cuestión de segundos en los que se erige de Dios terreno y destroza cualquier planteamiento y hace inútil cualquier tipo de reflexión?

Ayer el Villarreal, que viene jugando muy bien, juega un gran partido, por momentos brillante, atacando las debilidades de un Barcelona indefinido, gris e impredecible, pero llegó Messi. Lionel no jugó bien. Jugó un partido a todas luces insuficiente, sin el peso acostumbrado y exigible, y, sin embargo, fue la gran figura del choque, el que lo desequilibró todo. Dos jugadas sacadas de la chistera. La primera una doble pared con Pedro, el segundo una definición digna del mejor Ronaldo Nazario. Messi, como aquel día del Arsenal, superó todo planteamiento, y transformó el fútbol en una mera individualidad. En una individualidad que condiciona todo, que decide, que gana y que supera todas las barreras del colectivismo.

Más allá de Messi, el Barcelona mostró signos de mejoría. Guardiola nos regaló un esbozo de lo que será su equipo el día del Clásico ante el Real Madrid. El Barça ha transitado esta temporada por diferentes sistemas de juego, todos apuntados a sacar la mayor rentabilidad en el menor tiempo posible. Pep, un idealista espectador, es, quizá, uno de los entrenadores más pragmáticos que han entrenado a los balugranas desde la llegada de Cruyff. Sus intentos por llevar a este equipo a ese equipo que el sueña se han visto obstaculizados por la afanosa necesidad de competir. La proximidad del Clásico, y los varios intentos fallidos, parecen indicar que Pep por fin ha encontrado un sistema que le permita competir y jugar bien, sin ser el equipo de ensueño que quiere.

El Barça se mostró como un equipo con problemas en salida, que tendrá que corregir lo más pronto posible, pero enfocado a minimizar riesgos desde la posesión y la posición, con Xavi eligiendo dónde y cuando perder el balón con más garantías para la transición defensiva, tratando de finalizar las jugadas siempre, ejerciendo una presión más psicológica que académica y tratando de sobrevivir desde el talento de sus mejores jugadores, como ha sido siempre desde la llegada de Pep. Con la España de Xavi como modelo más cercano, Pep tratará de que pase lo que pasó el sábado. Riesgos los menos, y que Messi desequilibre.

domingo, 31 de octubre de 2010

Festival de fútbol


No se había visto tal nivel en Champions League esta temporada. El Arsenal recibió al Shakhtar Donestk en un partido que se antojaba difícil pues el nivel mostrado por el equipo ucraniano había venido siendo bastante alto. Los de Lucescu salieron al campo sin su mejor jugador, el ex-Gremio Douglas Costa, apostando por una transición defensiva organizada, en lugar de por el talento en la transición ofensiva. Aún así, Lucescu alineó al también brasileño William en banda izquierda, esperando poder descansar en la pausa del ex-futbolista del Corinthians. Un planteamiento conservador, aunque inteligente, que fue totalmente desarticulado por los `Wenger Boys´.

Wenger había decidido encarar el partido con sus cinco centrocampistas, en lugar de alinear, como es habitual, a cuatro centrocampistas más un delantero en la banda, ya sea Arshavin por izquierda o Walcott por derecha. La decisión del francés nos permitió ver un festival de fútbol en el Emirates. El Arsenal jugó una primera parte absolutamente fantástica, futbolística y esteticamente, en la que dominó al Shakhtar que nunca logró entrar en el partido.

El discurso del Arsenal estuvo basado en la ocupación de los espacios, tanto con balón como sin él. Sin balón el equipo londinense ejecutó una presión buenísima a la salida del balón ucraniana, específicamente en Rakytskyi, obligando siempre al Shakhtar a rifar el balón, conduciéndolos al error, en el mejor de los casos hacia Luiz Adriano, que desconectado de todos sus compañeros, sucumbía ante la defensa wengeriana. La imagen de desesperación de la zaga ucraniana, que terminaba siempre pasando a Rat para que este lanzara el pelotazo, fue continua a lo largo de toda la primera mitad. Sin hacer un esfuerzo físico desmesurado, el Arsenal ahogó totalmente la transición ofensiva rival, debilitando la defensiva.

Y con balón también fueron un espectáculo. El triángulo Song-Wilshere-Cesc completó una actuación completísima, y muy llena en cuanto a fútbol. Ocupando cada uno un carril distinto, la permuta de posiciones fue continua y muy bien ejecutada. Manejaron un modelo en el que siempre el conductor tenía a uno detrás y otro adelante, en un carril distinto, y siempre libres como opción de pase. Combinaciones rápidas, pausa justa y distracciones en cada segundo que enloquecieron al Shakhtar. Nasri y Rosicky se unían siempre a la fiesta, y el quintero de centrocampistas se movía con total flexibilidad por todo el mediocampo, dando una muestra de talento enorme.

A destacar también la excelente ocupación de los espacios también en zona de ataque. Chamakh salía constantemente a recibir, dejando desocupada la zona del '9', y dependiendo hacia dónde se dirigía a pivotear, Nasri, Rosciky o Cesc (Y como continuación de este Song o Wilshere) ocupaban la frontal o el área, de modo que los centrales siempre estuvieron fijados por alguien, y el equipo siempre tuvo una referencia arriba. Talento y trabajo.

Por más, el partido se definió muy pronto y el Arsenal terminó goleando con tranquilidad, tanto así que Cesc salió al minuto 60 de partido, con tres goles arriba, y la sensación de victoria y derrota ya circulaba en las caras de los respectivos equipos. A destacar Song, jugador al que personalmente puse en la lista negra de jugadores de la élite, y ha demostrado estar bastante lejos de esa apreciación inicial.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El Libertador


Su figura despertó amor y odio a lo largo y ancho de Argentina. Conquistó América, odiado por sus víctimas y amado por aquellos a los que no enfrentó. Se le llama fracasado en Europa, donde su figura despertó los mismos sentimientos. Román no dejó indiferente a nadie, fue demasiado grande para no llamar la atención de todos.

Un lustro de gloria

Desde que fuera extrañamente sacado del mundial de USA en el 94, el fútbol argentino se embarcó en la búsqueda de los herederos de D10S, búsqueda de la que hoy queda una lista interminable (Juan Sebastián Verón, Ortega, Gallardo, Ibagaza, Aimar, Saviola, el propio Riquelme, Romagnoli, D'Alessandro, Tévez, Lavezzi, Messi, Aguero, entre otros) de la que se pueden destacar realmente sólo dos nombres y dos hechos que marcaron la relación con Diego. Uno es obviamente Lionel Messi y su gol al Getafe, cuasi calco del de D10S a los ingleses, y el otro es Juan Román Riquelme. Román había debutado el 10 de Noviembre de 1996 en Boca Juniors, un año después, el 25 de Octubre de 1997, durante el superclásico, con el marcador 1-0 a favor de River, Héctor Veira, entrenador de Boca en aquel entonces, sustituyó a Diego Maradona, en lo que sería el último partido de D10S como futbolista profesional, por un joven Román Riquelme. Esa sustitución marcó el relevo generacional entre el que había sido el mejor jugador argentino durante las dos décadas anteriores (Entre otros honores, como mejor jugador de la historia) y quien fuera el mejor jugador argentino de la década subsiguiente (Entiéndase 1997-2007). Entre el hasta ese momento mayor ídolo de Boca Juniors y el que es hoy día máximo ídolo de la historia xeneize.

Tras la salida de Diego la responsabilidad cayó en Román que, con 18 años, se vistió con la 10 de Boca y, con la llegada de Bianchi, Román tomó el papel protagónico, llevó a Boca a ser campeón invicto, se convirtió en el mejor jugador del torneo e inauguró el tridente ofensivo más importante de la historia reciente del fútbol argentino: Riquelme-Schelotto-Palermo. De ahí en adelante Riquelme tocó la gloria con los pies. La Libertadores conoció al mejor jugador de su historia reciente, la primera versión del Real Madrid Galáctico de Florentino Pérez sucumbió ante el fútbol de Riquelme en uno de los partidos más bonitos que quien suscribe ha visto, River Plate sufrió humillaciones que un par de años antes, mientras Francescoli besaba la Copa Libertadores, nunca pensó que Boca le podría propinar, los Brasileros, reyes del fútbol, bajaban la cabeza y cambiaban de tema cuando les mencionaban el nombre de Román. Riquelme era el sucesor de Maradona, el heredero del 10, dueño de Boca, del balón, de los aplausos, de la prensa, de las ovaciones, de los títulos, de los rivales... Era la cima de su carrera, y estaba destinado a bajarle el ritmo al fútbol europeo.

Lo que nos quitaron

Comenzaba el clausura 2002, Riquelme estaba a un par de meses de cumplir 24 años, estaba en la cima de su carrera, era ídolo de todos. Sin embargo, las cosas en la Bombonera ya habían empezado ponerse sombrías. El plantel estaba peleado con la dirigencia, Bermúdez, el capitán, con Macri; Bianchi, el virrey, con Macri; Riquelme, el 10, con Macri. Perdieron la Intercontinental ante el Bayern Munich con gol de Kuffour, y Bianchi renunció. Boca se vino abajo, Riquelme tuvo problemas personales (Secuestraron a su hermano), y la tensión era evidente. La Libertadores, que había sido la casa xeneize durante las dos últimas temporadas, también los abandonó y cayeron eliminados en cuartos de final ante el Olimpia de Paraguay. Su ciclo en Boca había terminado.

El verano de 2002 fue fatídico para Riquelme, el fútbol y nosotros los aficionados. Román tuvo la mala suerte de que el momento en el que se suponía que terminaría de explotar, se consagraría como uno de los más grandes, le bajaría el ritmo a Europa y ganaría un Balón de Oro, coincidieran con la presencia de Marcelo Bielsa en la selección Argentina y de Louis Van Gaal en su llegada a Barcelona. Bielsa y Van Gaal, tan parecidos como geniales, compartían y comparten, además de ideología futbolística, su no gusto por el fútbol de Riquelme. Román no fue al Mundial 2002 ni hizo parte del proceso, a pesar de ser claramente el mejor 10 del país y de ser pedido por todos. Ese fue el primer gran golpe que nos privó de Juan Román, en plenitud de fútbol, en la máxima cita futbolística.

Durante su estancia en Barcelona, Riquelme nunca llegó a jugar de '10', y fue reciclado a una lucha por el interior izquierdo con Luis Enrique, lucha que perdió por obvias razones. En primer lugar, Riquelme es un futbolista muy definido, y su adaptación a posiciones y peticiones que no hacen parte de fútbol le es casi imposible. En segundo lugar, la lucha por el puesto se vendió en la prensa como la lucha entre el bluff argentino que llamaban "El nuevo Maradona" y uno de los ídolos de la afición. La situación llegó a tal punto que Riquelme sólo jugaba partidos fuera de casa. Van Gaal se había cargado futbolística y mediaticamente a Riquelme, y ni siquiera la llegada de Radomir Antic logró cambiar la dinámica de la situación Riquelme. La llegada de Laporta, Rijkaard y Ronaldinho en el verano de 2003 terminó de sellar la única oportunidad de Riquelme en la gran élite europea. Sólo había sitio para un R10 y el Barcelona decidió cederlo al Villarreal, su otro equipo en el viejo continente. Cuando otros tuvieron varias oportunidades en clubes grandes, Juan Román sólo tuvo una.

La redención

Llegó Riquelme al Villarreal para la temporada 03-04, y, con Pellegrini de entrenador, Riquelme llevó al Villarreal, un equipo que hace poco más de una década navegaba por la categoría de bronce del fútbol español, en la tercera fuerza futbolística de España, o cuarta si se considera que el Sevilla de Juande Ramos se ganó esa plaza. Más allá de eso, el Villarreal se convirtió en un equipo que jugaba muy bien al fútbol, y además lo hacía bonito. Riquelme era el amo del equipo, como en Boca, jugaba de 10, como en Boca, y se ganó el cielo. Compitió en la élite con el Villarreal, emulando a Maradona y su Napoli, y sólo el destino le quitó la oportunidad de jugar la final de la Champions en el 2006. Riquelme dejó una de las actuaciones más brillantes en la historia de la Champions League en la eliminatoria ante el Inter de Milán, al cuál "merendó" con base en su riquísimo fútbol, su pausa y inteligencia.

En 2004, además, recibió con gozo la contratación de José Pekerman, quien fuese su entrenador cuando Román era tan sólo un juvenil extremadamente talentoso y no el rey de Boca, como seleccionador argentino. Con Pekerman en la selección, Riquelme tuvo su redención en la selección y, aunque ya lo mejor había pasado, Román no tuvo miedo de enfundarse la remera albiceleste y volver a hacer temblar brasileros, y hacer soñar a los argentinos con la consecución de un Mundial 20 años después. Alemania 2006 los recibió, pisaron fuerte, jugaron bien, y Lehman, quién un par de meses atrás había atajado las esperanza de Riquelme, volvió a detener el sueño riquelmiano. 

La última bala la jugó en su casa, en Boca. Peleado con Pellegrini y Fernando Roig, Riquelme volvió a Boca en 2007 para volver a acariciar la gloria. Con 29 años, con menos alegría, con evidente nostalgia en su mirada, Riquelme volvió a pisar la Bombonera y volvió, como siempre, a dominar la Libertadores. Brasileros, como siempre, cabizbajos aceptaron la vuelta del 10 y perdieron la final de la Libertadores. Fue la despedida de Riquelme, que dejaba el trono a Lionel Messi.

El futbolista

Riquelme es un genio. Es lo primero que cabe aclarar. Se trata de un jugador brillante, monumental, el segundo mejor jugador argentino después del retiro de Maradona, sólo tras Messi (Opinión personal que puede ser bastante discutida). Existen muchos mitos acerca de Riquelme y es mejor comenzar a aclararlos. Riquelme no es un "pecho frío", de hecho lo mejor de su fútbol lo hemos visto en momentos en los grandes acontecimientos (Libertadores, Champions, Intercontinental), a pesar de que nos perdimos a Riquelme en el Mundial 2002. Riquelme no es un jugador que sólo funciona si los equipos juegan para él. Es un mito creado por su fracaso en Barcelona. Riquelme es un jugador contextual, de los más contextuales que pueden haber. Toma la pelota y hace girar la posesión a través de él, y sus entrenadores, salvo Van Gaal, decidieron crear el equipo en torno a él, hacer de su equipo la extensión futbolística de Riquelme. Riquelme no es lento ni agrega lentitud a sus equipos, de hecho, su fútbol es ágil y una de las virtudes de Riquelme era el regate.

Aclarado eso, hay que decir que Riquelme es la definición futbolística del '10', y, que en el diccionario, cuando buscas la palabra "Enganche" sale una foto de Juan Román al lado. El fútbol de Riquelme está en el centro del campo, creando líneas de pase hacía él y aprovechando su superlativa capacidad asociativa para absorber posesión, hacer circular el balón a la velocidad y en la dirección que el considerada adecuadas, siempre decidiendo bien, y darle ventajas a su equipo desde el balón. Riquelme es un maestro para localizar una zona muerta del mediocampo, posicionarse ahí y hacer de desahogo para quién lleva el balón. Además de que es uno de los jugadores que sustenta la teoría del balón bien perdido (La perdida de la pelota se asume y, por ello, se trata de perder el balón en lugares desde dónde sea más fácil defender).

Para ello Riquelme goza de una capacidad técnica asombrosa. Cuando recibe controla, muchas veces de espalda, la pisa, la esconde, la mueve... Y no la pierde nunca. Atrae rivales y cuando parece que la va a perder, ahí siempre aparece la punta de su pie para ganar la pelota. Su equipo se desahoga y descansa, y si la pierde defiende fácil, aunque nunca la pierde, y si la gana los espacios aparecen y la ventaja se crea. Su ritmo es lentísimo, a una velocidad a la que los defensores no llegan, y se ven desbordados ante ella. Va de muy a lento a lento, y gana en el regate ante infinidad de piernas rivales. Usa cualquier recurso para no perderla, gira sobre si mismo, tira caños, se apoya y luego recibe, y además el rival siempre tiene latente la amenaza del pase, en largo o en corto, o del disparo seco a gol. Riquelme los desquicia, los saca de posición, los desordena y, luego, sólo, luego, ya con el sistema rival totalmente desarmado, cambia de frente, o mete un pase al vacío o saca su disparo letal. El rival no le puede regalar medio metro a menos de 25 metros porque la amenaza de gol es latente.

Riquelme también es un especialista a balón parado. Su capacidad para provocar faltas era inmensa, aguanta entre varios rivales hasta ser derribado y ganar un libre directo que era medio gol o un córner de esos que Palermo siempre convertía en anotación. Riquelme es el maestro de los tiros libres laterales, desde ahí, sólo "Chiqui" Arce era capaz de ser un peligro gol de tal tamaño. River fue una de sus víctimas favoritas desde esa posición.

Riquelme fue Carlos Valderrama con recursos tecnicos y físico que el colombiano nunca imaginó. Regate en carrera, disparo fulminante y amenaza inminente a balón parado. Darle espacios era letal y los equipos rivales debían trabajar para no dejarlo recepcionar en zonas muertas pues si le concedían ese segundo, Riquelme los desbordaba. Los marcajes individuales eran un banquete para Riquelme, que los sacaba de quicio y de posición, creando un espacio inmenso en la mitad de la cancha para la aparición de sus compañeros.

Y claro que Roman tenía debilidades. Si el rival trabajaba la destrucción de líneas de pase hacia él, si no le regalaba zonas muertas, si le defendían la descarga al primer toque en posiciones atrasadas... Riquelme era exigido, y era menos Riquelme. Aún así, tuvimos la fortuna de presenciar un futbolista enorme, y que además era de esos que en los momentos de inferioridad se crecía y equilibraba fuerzas. Makelélé nunca tuvo una humillación como le propinó Román en aquella Intercontinental.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cesc, el centrocampista



En un mes en el que la falta de rodaje de los equipos, tanto de Europa como de Sudamerica, nos ha quitado muchos momentos de fútbol de alta calidad, y nos ha brindado, en cambio, momentos soporíferos, es momento de resaltar a uno de los mejores jugadores del mundo, uno de los más infravalorados en su propio país, uno de los que mejor han empezado la temporada, y uno de los más desafortunados del mundo: Cesc Fàbregas.

Críado en la Masía, Cesc es comparado con asiduidad a Xavi e Iniesta, de manera, quizá erronea. Cesc se desmarca de la comparación con Xavi desde que es un futbolista mucho más complejo, con muchas más virtudes, menos definido y que, debido a la influencia Premier League en su fútbol, es un jugador que juega a un ritmo más alto que el de Terrasa, y a partir de ahí se podrían explicar muchos de los problemas que afronta Cesc en la Selección española de Xavi Hernández.  Tampoco es un Iniesta, a pesar de que comparten el hecho de ser capaces de jugar en los dos vértices del mediocampo con la misma facilidad, Cesc es un futbolista más relacionado con la base de la jugada que Iniesta. Ambos son los centrocampistas, y, aunque Iniesta es indudablemente mejor, el fútbol de Cesc no se escapa mucho del fútbol del Manchego.

Cesc nace como futbolista en la élite, al lado del mediocentro. Viera o Gilberto Silva lo tuvieron de escudero en la base de la jugada del último Arsenal de Henry. El entonces juvenil dio grandes réditos en esa posición, la misma que ocuparía Xavi Hernández en un 4-4-2,  y se convirtió en uno de los especialistas del mundo, (España, en ese sentido, cuenta con Piqué, Xabi Alonso, Xavi, Cesc e Iniesta. La salida del equipo español debería ser perfecta.)  a pesar de las constantes críticas por parte de los medios ingleses sobre su condición física, catalogada endeble en demasía para jugar en la base de la jugada (Falacia usada hoy con el inglés Wilshere). 


Con la salida de Henry rumbo a Barcelona en 2007, la jefatura del Arsenal pasó, irremediablemente, al segundo jugador más talentoso de la plantilla en ese entonces: Cesc. En la base de la jugada, al lado de Flamini o de Gilberto Silva, Fàbregas desplegó todo su fútbol. Organizaba la transición ofensiva de su equipo desde un repertorio técnico notable, además obviamente de todo el talento futbolístico que posee, con pases precisos tanto en corto como en largo, conducción potente ayudada por su nuevo físico, fortísimo que le ayudó a incrementar su rango de acción. Cesc pasó de pesar sólo en la base la jugada, a condicionar toda la transición ofensiva de su equipo, a aparecer por todos lados y a convertir el carril central en una autopista, batiendo líneas y llegando a zona de aceleración con asiduidad para hacer uso de su magnífica visión de juego y su disparo seco y raso.

Con su dominio físico, incluso en la exigente Premier, Cesc dio un paso adelante en su evolución como futbolista. Lo controlaba todo, desde la base hasta la frontal, y sus compañeros lo sabían, lo buscaban y lo potenciaban. Cesc caía a un costado muerto, conducía hasta la frontal y asistía, recibía en una banda y centraba, caía en la frontal, se inventaba una pared y definía en el área. Su fútbol alcanzó una variedad de registros inalcanzables para otros interiores, que han convertido a Cesc en el centrocampista. Saca lo mejor de sí en la base de la jugada, organizando, ocupando espacios, acelerando la jugada, condicionando la transición ofensiva desde su inicio, pero también destaca en el desmarque de ruptura, en el ataque al mediocentro y en la llegada desde atrás. Adquirió gol, aumentó el ritmo de su fútbol y se ha convertido en el cerebro de fútbol más dinámico de Europa. Xavi, el otro gran cerebro, tiene un sólo ritmo, mientras Cesc es capaz de ir de primera hasta sexta velocidad. El control del juego a la máxima velocidad.

Esta temporada el Arsenal nos ha regalado momentos brillantes de fútbol de la mano de Cesc Fàbregas y Jack Wilshere. La falta de "punch" del equipo de Wenger nos ha condenado a tener que disfrutar del fútbol de Cesc Fàbregas más alejado de la base de la jugada de lo ideal, pero la llegada de Wilshere compensa un poco eso. Ambos futbolistas se complementan perfectamente, juegan a lo mismo y nos han devuelto a un Fàbregas más Cesc y menos Gerrard, que era el recurso que Wenger había estado utilizando. Fàbregas pesa en todo el centro del campo y extiende su talento hasta la zona de definición. Tiene capacidad de sufrimiento, brega y talento y tecnica defensiva. Es el centrocampista. Así como lo eran en los 80's esa gran generación de brasileros que controlaban todos los registros de esa línea del campo, Cesc así lo hace. Uno de los mejores 15 futbolistas del mundo, y que será mucho mejor el día que haga parte de un proyecto futbolístico más ambicioso que el de Wenger.

Hace nada se nos ha lesionado (¡Otra vez!), y nos ha dejado tres semanas sin su fútbol. Como con Messi, la sensación es de tristeza. Ojalá se recupere y no vuelva a recaer. El fútbol se pierde un talento colosal.

jueves, 2 de septiembre de 2010

"El ser contextual"




Para definir como juega o como va a jugar un equipo de fútbol, siempre bajo la premisa de que la aspiración de todo equipo es jugar bien para ganar, tenemos como imperativo definir antes lo que es jugar bien, tanto a nivel colectivo como individual, y siempre teniendo en cuenta la incientifidad del fútbol como deporte en el que priman factores diversos y muchos de ellos intangibles.

Empezaremos por decir que, por mucho que nos guste un estilo determinado, no debe haber prejuicios a la hora de valorar, de manera objetiva, si un equipo desarrolla un buen juego o no. Jugar bien se podría definir como aplicar correctamente un modelo que te permita imponer tus virtudes sobre tus defectos, y las virtudes del rival, en pro de una victoria. No hay un factor determinante que nos diga cuando un equipo juega bien (Puedes tener 30% de posesión que puedes estar jugando un partido excelente), y cada partido es un contexto diferente. Las mismas señales que hubo en uno no se aplican 100% en otro, por más que sean los mismos equipos. El Chelsea jugó muchísimo mejor que el Barcelona en las semifinales.

Bajo ese concepto hay también que decir que el fútbol es de los futbolistas. Estos son materia prima que te ayuda a desarrollar un modelo en que optimices su rendimiento para disminuir el del rival. El fútbol debe entenderse a través de contextos, favorables y desfavorables, y la creación de los mismos. La coherencia entre jugadores ayuda a optimizar y potenciar sus virtudes individuales y del colectivo, así, un equipo de fútbol debe estar conformado por jugadores, no complementarios entre sí, sino que jueguen a lo mismo, y con eso no me refiero a la teoría "cromos repetidos", sino a que cada jugador dé las soluciones que los otros necesitan para crear ese contexto favorable del que hablamos. Si la apuesta para optimizar el juego colectivo, jugar bien, es la del fútbol interior, es consecuente tener jugadores coherentes con ese planteamiento y, por ende, es mejor tener a Marcelo o Alves de laterales que a Maicon y Abidal, pues son jugadores que responden al contexto de "juego interior y en corto" que se plantea. Si a los jugadores se les da un contexto favorable, lo normal es que se juegue bien, y se jugará mejor en relación a la calidad individual que atesore cada jugador. "El equipo es un ser contextual", Lillo dixit.

Teniendo claro el concepto de jugar bien como colectividad, pasamos a dibujar el mismo concepto a nivel individual. ¿Cuando juega bien un futbolista? Es una respuesta que puede tener varias interpretaciones. La que aparece en la prensa es la superficial, la de los goles, las asistencias de gol, las paradas y los robos de balón. Hay que decir que el futbolista es un todo que se divide en muchas cosas. Uno puede analizar a un futbolista desde el apartado técnico, el apartado físico, el apartado táctico, el apartado mental y el apartado intangible de la sensibilidad, que lo reúne todo y es además un parte de ese todo mayor que es un jugador de fútbol.

Técnicamente un futbolista puede reunir condiciones extraordinarias. Calidad en el pase, visión de juego, calidad en la definición, calidad en la anticipación, calidad en el quite. A nivel táctico hay jugadores con gran lectura del partido (Analizar el desarrollo del mismo y, a partir de la interpretación de cada situación, tomar la decisión correcta sobre que le conviene más al colectivo para generar y tener el contexto favorable anteriormente explicado), polivalentes, con gran lectura de los movimientos del rival y los compañeros. En apartado mental físico hay jugadores con gran velocidad, gran fuerza, altura, potencia, agilidad; y en lo mental hay jugadores con capacidad de liderazgo, de sobreponerse a la presión, de influir en los rivales y compañeros, etc. Al referirme a la sensibilidad me refiero a la capacidad natural y nata (Se tiene o no se tiene), que puede ser mejorada, de un jugador para decidir correctamente sus movimientos, con y/o sin balón, dentro de un terreno de juego, a pesar de, muchas veces, no tener el conocimiento de porqué hacer X movimiento.

Entonces, siguiendo el silogismo, un jugador de fútbol juega bien cuando logra que sus cualidades potencien el colectivo a partir decisiones correctas que permitan a sus compañeros gozar del contexto ideal para que ellos también desarrollen sus condiciones.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La apuesta por el talento


Era Domingo. Por la mañana había visto la victoria del Barcelona sin mucho interés. Luego tocó el turno del Madrid de Mourinho. Las expectativas eran altas, pero el partido fue decepcionante, una oda al mal juego (Algo que debí haber presupuestado cuando vi a Lass en el once). Con los ánimos un poco bajos por el mal espectáculo presenciado, me dispuse a ver el Milan - Lecce en diferido, a sabiendas del resultado, y sabiendo que Zlatan todavía no iba a ser parte del equipo. Las expectativas, al contrario que con el partido del Real, eran bajas. La sensación después de terminado el partido era de felicidad.

La primera mitad de Ronaldinho y, sobre todo, Pato es orgásmica. Ronaldinho no tiene ya el físico de hace cinco años que le permitía explotar todo su (Inmenso) fútbol junto a su perfección técnica, pero aún así Ronaldinho sigue encontrando recursos para dotar a su equipo del fútbol que atesora. Arrinconado en la banda izquierda, no regatea nunca en carrera, no lo intenta, aguante el balón, lo pisa, lo mueve, y vienen uno, dos, tres y hasta cuatro jugadores rivales. Y no lo pierde nunca. Se asocia, se mueve, se asocia y, entonces, ya está en zona de aceleración y pone un pase magnífico a Pato. El Milan desborda. Pato se deshace de las ataduras de su posición y rompe en diagonal hacia la izquierda y combina con Ronaldinho. La atracción que ejercen es tan grande que Borriello tiene espacios. La siguiente jugada hace lo contrario y abre el campo por la derecha, recibe, desborda, ve el hueco, se mete al área y remata. Minutos después hace un desmarque de ruptura potentísimo, Pirlo le lanza el balón, la mata en el área, elimina rivales y remata. El Milan gana.

Pato y Ronaldinho, Ronaldinho y Pato. La dupla que le dio vida al Milan la pasada temporada, y lo hizo ser un equipo difícil de derrotar en Champions (O al menos no tan fácil). Se sumaban Seedorf y Pirlo, además de un partido ante un rival fácil, en un contexto poco exigente. El Milan golea. Y divierte. Y juega al fútbol. De vez en cuando aparecía el desespero en mi rostro por culpa de Borriello, pero inmediatamente la cámara enfocaba a Ibrahimovic sonriente en la tribuna. Me imaginaba a Pirlo lanzando el balón a Ibrahimovic, que la aguanta la frontal, detiene el mundo, y pasa a Dinho que la aguanta dos segundos, esperando el desmarque de Pato, y envía un pase interior a la espalda de los centrales para el ex-Internacional que recibe, regatea al portero y marca.  El Milan por fin volvía a pesar, apostaba por el talento y el talento respondía.

Y luego se produjo el fichaje rey del verano. El jugador del mercado que más podía mejorar un colectivo, y al que pocos se atrevían. El Milan apostó y seguramente se regodeé a final de temporada de su acierto. Robinho llegó a Milan a darle una dimensión colosal al proyecto. Hay 15 (jugador arriba, jugador abajo) futbolistas en el mundo capaces de ser un discurso futbolístico que condicione todo un partido elite, y el Milan, que ya tenía uno aún por explotar, ficha dos con ganas de comerse al mundo, y a eso le suma que tiene un jugador con suficiente fútbol para desbordar cualquier equipo del mundo en un momento determinado. Una apuesta flagrante por el talento del más alto nivel. 

Sin embargo, a pesar de que el Milan aunó el talento suficiente para ser ellos mismos quienes se pongan límites, también es evidente que el equipo es imperfecto. La falta de solidez es el mayor peligro para el Milan. Si Allegri es atrevido y le da cabida a todo el talento que tiene en su poder, el Milan jugaría con cuatro delanteros y sólo dos mediocampistas. Los nombres que posee el equipo rossonero para esa parcela del campo, no son sinónimo alguno de seguridad. Andrea Pirlo y Clarence Seedorf, lejos los mejores centrocampistas del equipo, son fuente de duda. Los años no pasan en vano y la pareja de medios hace casi un lustro dejó de dar el nivel elite con regularidad. La pregunta de que si ellos dos podrán sostener al 'fab 4' rondará por la cabeza de Allegri durante el proceso de formación del equipo. Las otras alternativas, Mathieu Flamini, Massimo Ambrosini y Kevin Boateng, tampoco parecen ser opciones fiables. Y si hablamos de la zaga, el panorama es peor. Thiago Silva aparece como único sostén medianamente competitivo. Los laterales rossoneri están lejos de la elite, y Nesta dejó de ser hace años el mejor defensa central del planeta. Panorama preocupante.

Si el Milan logra ser sólido con los mimbres que tiene, Allegri se graduará de entrenador, sino, deberá buscar en el mercado lo que debió haber encontrado ya hace un tiempo. El mercado de invierno, a priori, parece ser imperante para el Milan. Un centrocampista que sostenga todo lo que se genera arriba y que, además, le de carácter competitivo al conjunto, es absolutamente necesario. Pocos nombres concuerdan con el perfil y la mayoría de ellos son inaccesibles hoy día para Galliani. Sólo Mahamadou Diarrá es una alternativa posible, pero la falta de competición del pivote africano también podría generar dudas sobre su fichaje. Escenario difícil.

Aún así, y aunque no ganen nada este año, el Milan ha sido valiente y seguramente nos dará varios de los mejores momentos de la temporada. Es lo que tiene el talento, que los límites son los mismos que los límites de los sueños: Ninguno.

domingo, 29 de agosto de 2010

Sombras en el debut blanco


Era la presentación en un partido oficial del Real Madrid modelo 2010/2011, con José Mourinho, entrenador, como fichaje estelar. A primera hora el Barcelona había goleado al Racing de Santander, y al Madrid le tocaba igualar sensaciones en su estreno, pero los de Mourinho se ahogaron por falta de fútbol y se llevaron un muy amargo 0-0 en el debut.

Mourinho sorprendió con la inclusión de Lassana Diarrá en lugar del aleman Khedira, pasando del 4-2-3-1 con mediocentro posicional e interior, a un doble pivote que brilló por su ineficacia. Las lesiones de Pepe, Albiol y Garay obligaron al portugués alinear a Sergio Ramos como central zurdo, al lado de Carvalho, con Arbeloa de lateral derecho. La ausencia del de camas en su posición habitual le quitó fútbol por la banda derecha al Madrid, al punto que esta fue muy poco productiva y, en adición a eso, Arbeloa sufrió en defensa y por su banda llegaron las acciones de mayor peligro por parte del Mallorca.

El Madrid careció de fútbol por delante del balón. Sergio Canales estuvo más cerca de Higuaín que de Marcelo y Xabi Alonso, y no logró conectar el mediocampo con la delantera. La zona que teóricamente ocupan los interiores fue tierra de nadie hasta la entrada de Khedira en la segunda mitad. El equipo se partió y los merengues nunca lograron dominar el encuentro. El Mallorca, desde una marcadísima inferioridad, logró crear peligro sobre el arco de Casillas, y llevó el ritmo del partido bastante mejor de lo que uno podría esperarse de la plantilla balear.

La falta de acierto de cara al gol de Higuaín, sumado a su ya conocida capacidad para no sumar al colectivo, propicio que muchas veces el Madrid pareciese que jugara con diez. Cristiano Ronaldo consumó otro partido (Y van...) para el olvido, y su situación empieza a ser preocupante. El futbolista con el carácter más ganador del planeta se siente derrotado. Sabe que ya no es el número uno, que ya, salvo que el diga lo contrario, y no parece estar mucho en la labor, el nivel de Messi le es inalcanzable, que ya su equipo no es el número uno y que su oportunidad histórica en un mundial se le esfumó y que en gran parte fue su culpa. Ojalá, por el bien del fútbol y la competición, que Ronaldo no termine de perder la fe en sí mismo y siga en su camino de autosuperación.

Párrafo aparte merece Lass Diarrá. Partido absolutamente malo del jugador francés que corrió mucho y mal. Lassana se está convirtiendo en un nuevo caso Gago, es decir, jugador hiperactivo que, ante falta de fútbol, abusa de sus condiciones físicas para hacer todo lo que no debe hacer un mediocentro. Además estuvo particularmente mal leyendo el partido y nunca logró aportar. Restó fluidez y no llenó espacios que uno suponía que él debía llenar. Y lo peor de todo es que a muchos aficionados merengues eso les parece jugar bien y apoyan la inclusión del jugador en el once titular. Personalmente, me parece un error que Mourinho asuma el error y le de minutos de sobre al francés por su capacidad de autocorrector.

Por último, exaltar el buen partido de Carvalho, y el fútbol de Marcelo. El portugués está en mejor condición física de lo que se pensaba y está acoplándose muy bien a la zaga blanca, mientras que el brasileño, sin haber tenido un gran partido, fue de lo mejor del equipo. Siempre encuentra alguna manera de aportar, y es la salida del balón del Madrid. Nunca pierde ante la presión, es capaz de salir conduciendo, y, además, sus desplazamientos en largo cada vez son más precisos y cada vez suman más.  El título de mejor lateral izquierdo del mundo le está cada vez más cerca.

jueves, 26 de agosto de 2010

Ibrahimovic, causas y consecuencias



La situación de Zlatan Ibrahimovic y el Barcelona es crítica. Ibrahimovic llegó al Barcelona dispuesto a darle un techo futbolístico más alto, pero diversos motivos, varios de ellos ajenos al delantero sueco, desembocaron en un final de temporada tétrico, en el que el Barcelona, que había barrido con casi todos sus rivales la temporada pasada, se convirtió en FC Messi y comenzó a vivir sólo de las rentas del Argentino, mientras el ambicioso segundo año del proyecto Guardiola resultaba un fracaso en cuanto a fútbol, que no de títulos ni estadísticas.

Los primeros meses de Ibrahimovic en el equipo fueron buenos en cuanto al rendimiento y productividad, incluso llegó a decidir el primer clásico de la temporada con su gol al Real Madrid; Sin embargo, los problemas comenzaron a aparecer. Zlatan es un 9 especial hasta el defecto. Es la contraparte de Kaká, el centrocampista más delantero del mundo, por cuanto Zlatan, a pesar de ser claramente delantero, siente la administración de la frontal casi que como un 10, y no dota a su equipo de ocupación del área, al menos no de la manera en que lo hace un 9 común. El desmarque de ruptura en Ibrahimovic casi que no existe y, ante esa situación, los recursos Iniesta y, sobre todo, Henry debían lucir  con mayor brillantez que el curso inmediatamente anterior, en el que el Barcelona había gozado de un 9 al uso. Además de la falta de profundidad, Zlatan muestra su mejor fútbol en el mismo lugar que el mejor jugador del mundo, en la frontal del área. La bajísima forma de Henry obligó a Pep a alinear a Iniesta muchísimas veces como falso extremo izquierdo (La teoría de los tres "10"), formando así un tridente con tres jugadores con tendencia administrar el carril central, haciendo que, en lugar de multiplicar su fútbol entre sí, terminaran restando. El fútbol del Barcelona terminó degenerándose, y se volvió fácil de defender debido a la falta de profundidad y de presencia en el área (Los dos segundos que el Barcelona se detenía a esperar que el área estuviese ocupada, resultaban en dos segundos de oxígeno necesario para el rival y dañino para el Barcelona). Ibra no tenía la culpa, pero era parte sustancial del problema.

El fútbol es, sobre todo, un estado de ánimo, y la situación descrita en el anterior párrafo llevó al Barcelona a un estado de ansiedad peligroso. Dependientes absolutos de Messi, el rendimiento individual de varios jugadores menguó, en especial de Zlatan que, de ser fácilmente uno de los cinco delanteros con mayor tecnica en el mundo, pasó a fallar controles y pases sencillos.  Pedro comenzó a empujar fortísimo desde la suplencia, a punta de goles y fútbol, y terminó casi que sacando a Zlatan del equipo titular del Barcelona. El divorcio Ibrahimovic-Barcelona había empezado a fraguarse y el representante del sueco hizo el papel de moza, convirtiéndose en el catalizador de la situación hasta el punto al que ha llegado hoy, a falta de pocos días para el fin del mercado de pases y en la antesala del inicio de la Liga BBVA.

El futuro: Principio de la Incertidumbre

Con Ibrahimovic más cerca de Milán que de Barcelona, las preguntas sobre el futuro del Barcelona se hacen imperantes. El fichaje de David Villa se entendió como un guiño al delantero de origen Bosnio, pues el español hubiese dado ese grado de profundidad, presencia en el área y gol que Zlatan, desde la frontal, no da; Sin embargo, ante la situación actual, uno tiende a pensar que Pep repetirá la formula de la final de Roma y del 6-2 al Real Madrid: Lionel Messi como falso 9.

Aquellos dos partidos aparecen en el historial del proyecto Guardiola como los mejores, junto a un par más, y los más mediáticos, sin discusión. Fueron el clímax, al menos de lo que va, de la era Guardiola, y ambos tuvieron la particularidad que Lionel Messi administró el carril central jugando como falso delantero centro, posición desde la que Messi hace estragos, nada nuevo, y regala un techo futbolístico mayor que desde cualquier otra posición y que cualquier otro futbolista hoy día.

El porqué de ello es fácilmente explicable haciendo alusión al principio de incertidumbre de Heisenberg. Siempre consideré más fácil explicar dicho principio desde la pregunta contraria, es decir, ¿Qué es la certidumbre? A lo cual se responde que la certidumbre es, en relación al principio de Heisenberg, saber exactamente dónde y cuándo está algo. El principio reza que cuando se trata de electrones, la certidumbre es imposible. Relacionándolo con Messi, Lionel jugando como falso delantero centro, es un electrón, y el cuadrado o triángulo que forman los centrales y los mediocentros (O interiores) rivales los científicos que quieren saber dónde y cuándo está Messi, sin éxito alguno. Lionel está, no está y llega. Va, no va y viene. Revolotea libremente en esa zona sembrando duda en el sistema defensivo del contrario, además de generar espacios, ventajas y contextos favorables para su equipo desde la administración de ese espacio y de su contacto con el balón (Entre menor sea más peligroso se vuelve), sumado obviamente al peligro que generan sus cualidades (Regate, gol, pase, etc) tan cerca del área.

Para complementar ello, Pep usaría dos extremos con un perfil similar al desempeñado por Stoichkov en su época en el Barcelona: Diagonales de afuera hacía adentro, desmarques de ruptura, presencia en el área, apertura del campo, y gol. Clarísimo queda que David Villa sería uno de los dos extremos, seguramente el izquierdo, pero el extremo derecho quedaría cojo con sólo Pedro y Bojan llenando el perfil. Quién suscribe considera a ambos buenos jugadores, pero no cree en ninguno de los dos como titulares indiscutibles en el FC Barcelona, por lo que lo ideal sería buscar otra pieza en el mercado, y, a falta de poco tiempo para su final, el único nombre que suena es Robinho.

El brasileño es un jugadorazo, capaz de sustentar el discurso futbolístico de un equipo grande, de condicionarlo todo. Lo hemos visto hacer eso en su último año en Madrid y en la selección brasileña. Tiene fútbol inagotable y ofrece, además, el perfil táctico que requeriría Pep. El Barcelona ganaría muchísimo fútbol en ofensiva y adquiriría un techo aún más alto de lo que significaba Ibrahimovic de 9. Y por supuesto ganaría el fútbol y nosotros los espectadores.

jueves, 19 de agosto de 2010

El Alfa, el omega y la poesía




Ayer no fue un día cualquiera.  El 18 de agosto de 2010 fue el día en que el alfa, el omega y la poesía confluyeron para que nosotros, todos los amantes del balón, disfrutáramos de la belleza del fútbol.  Fue un día mágico.

Primero fue el alfa. A primeras horas de la tarde sudamericana, sintonicé, sintonizamos muchos en un acto unísono de pasión, la TV para escuchar el bellísimo himno de la Uefa Champions League retumbar, no sólo en nuestros oídos, sino también en nuestros corazones ávidos de gloria. Sin importar que partidos nos preparásemos para ver, lo verdaderamente importante ya había pasado: Había dado inicio la Champions League.

Personalmente, poco me importaban los destinos del Sevilla o el Anderlecht. No. Yo estaba allí esperando con ansía, como niño pequeño, y Twitter es testigo de ello, la vuelta de Antonio Cassano a la máxima competición europea. Antonio, ese poeta maldito que llenó de inmensidad los campos de toda Italia, además de formar una inmortal sociedad con Francesco Totti y cuyo último gol en Champions League, con la narración italiana de fondo que embellece más el gol, es sencillamente mágico, regresaba a la élite y, aunque su equipo decepcionó, Antonio sabe que todo está en sus pies para la vuelta. Sólo el embrujo de sus botas puede cambiar el rumbo de “La Samp”.

Y luego llegó el omega. La final de la Libertadores, que ha vuelto, poco a poco, a su nivel, tras un par de temporadas bochornosas, significó el fin de unos siete meses de puro fútbol, sueños y goles. Se enfrentaban el Inter de Porto Alegre contra las Chivas de Guadalajara con un Beíra Río enmudecedor de fondo, y con cosas que sólo pasan bajo la mística del torneo: Himnos cortados, rebeldes que se escapan del himno rival y prefieren calentar, sangre en el campo y gorros de baño Speedo como solución al problema, tangana al final, perdedores que en un principio se niegan a subir y recibir la medalla, y mil fotografías más que llenan de leyenda cada edición de la copa. Inter fue campeón, pero la cúspide de la noche fue el tercer gol.

En Inter juega Giuliano Victor Da Paula, un duendecillo brasilero que parece sacado de un cuento de hadas con la misión de enjoyar el terreno de juego. Movimientos de bailarín combinados con una ejecución purista del fútbol. Giualiano está envuelto por un halo mágico, el halo de los grandes. A falta de un minuto recibió el balón casi en la frontal, levantó la cabeza y dibujó una jugada monumental. Avanzó con ese ritmo infernalmente lento, yendo de muy lento a lento, sobrepasó a dos jugadores con su gambeta, y antes de la llegada del tercer defensor y del portero, le dio un toquecito al balón, levantándola sutilmente, casi como si estuviera pasando el balón a la red, para marcar uno de los goles más bonitos que recuerde en una final. Poesía.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Antonio Cassano, poeta

Antonio Cassano, poeta. Enric lo definió fabulosamente. Antonio Cassano es un poeta. Mi jugador favorito. El Verlaine del fútbol. Hoy vuelve a jugar a Champions, lo hace mientras público esto. De Antonio ya se ha escrito bastante, pero nadie lo retrató mejor que Enric. Hoy me "robo" su artículo y lo suscribo totalmente. Cassano en el área es de las mejores cosas del fútbol.



Ya que hablamos de poesía, de fugacidad inolvidable, recordemos que entre los poetas hay de todo.
Foix vigilaba la caja de la pastelería familiar en Sarrià y Panero era mediopensionista de manicomio. Baudelaire se autodestruyó y Rimbaud destruyó a otros con su negocio de esclavismo.
Hablando de lo mismo, Beckenbauer, que de joven fue el mejor medio centro de todos los tiempos, se refugió después en la cueva del libero,donde no se falla nunca porque toda la responsabilidad es de los marcadores; Cruyff, que fue Cruyff, hizo en el Ajax lo que nadie había hecho desde Di Stefano, dio una gran Liga al Barça y luego pasó años pegado a la línea izquierda, presto a sacar de banda; Pelé lo fue todo porque el Gobierno brasileño le declaró intransferible y le reservó para los grandes acontecimientos internacionales.
Éstos arriba mencionados fueron poetas inmortales, destinados a custodiar la Academia.
Hubo otros que murieron en cuanto perdieron de vista el balón. Best se abrazó al alcohol, como Garrincha. Maradona se sostuvo con cocaína. Gascoigne ni se abrazó ni se sostuvo: se abalanzó a mitad de carrera sobre la cerveza y los triglicéridos.
El calcio dispone hoy de dos jóvenes poetas.
Kaká, de 22 años, en el Milan, es guapo, longilíneo, culto, de vida equilibrada y de movimiento vertical sobre el césped; seguramente disfrutará de una larga vida deportiva, ganará títulos, recibirá honores y administrará su gloria con inteligencia.
Cassano, de 21 años, en el Roma, es un delantero decididamente feo y payaso. Viene del sur, de Bari, una zona pobre de tradición griega y albanesa. Los objetivos de los fotógrafos le persiguen durante el partido: pide la botella de agua para remojar al masajista, rompe a patadas el banderín de la esquina, se quita la camiseta o se baja los pantalones, según exija la ocasión, y disfruta intensamente el fútbol.
Uno teme que Antonio Cassano, poeta, pertenezca a la estirpe de los malditos. Un tipo como él no puede crear tanta belleza y quedar impune. La poesía es condensación, compresión de códigos en unos pocos signos. Y a eso se dedica Cassano en ese palmo cuadrado del área hacia el que confluyen el portero y un par de defensas y en el que un segundo es una vida.
Cassano no es de los que rematan al bulto: eso es periodismo. Tampoco piensa en cómo ha llegado ahí el balón y en cómo marcar: eso es novela.
Por supuesto, no busca el penalti: eso es ensayo.
Los pies de Cassano intuyen y sienten: adivinan dónde hay un vacío, cuánto se puede esperar, quién está en cada lugar y por qué. Y, mientras marca, ríe. Además de feo, es cruel y desconsiderado.
A Cassano, poeta, habrá que disfrutarlo mientras dure.






domingo, 15 de agosto de 2010

Sobre el fútbol

Empieza la temporada 10/11, y en Fútbol de Centrojás queremos compartir ciertos lineamientos que, quien escribe, sigue para su disfrute del fútbol, y que, obviamente, serán los lineamientos que seguirán los análisis que aquí se hagan.



Hace unos días tuve la oportunidad de leer el magnífico ensayo de Estanislao Zuleta “Sobre la lectura” en el que el filosofo colombiano hace una crítica fortísima al sistema educativo y a la forma de leer del hombre moderno, además de que invita y enseña a leer bien. En su ensayo, Zuleta dice que la buena lectura es una lectura trabajada y que inicia con una pregunta. Lo que Zuleta dice que debería ser la buena lectura es algo que a mi me gustaría aplicar al fútbol. El espectador común se pierde, como el lector común, el 80% del espectáculo por no hacer una buena lectura de lo que pasa en el terreno de juego.

Dentro de su ensayo, Zuleta escribe que: uno puede leer Crimen y castigo sin darse cuenta de que no ha entendido nada, sino que un señor mató a dos viejas y finalmente lo metieron a la cárcel; y en las páginas rojas de los periódicos aparecen cosas de esas todos los días, eso no quiere decir nada, eso no tiene que ver nada con Crimen y castigo”. Lo mismo pasa con muchísimos partidos de fútbol. Parafraseando a Zuleta, uno puede ver la final de Roma y pensar que el Barcelona ganó 2-0 y que Xavi e Iniesta ganaron el partido, y eso no fue lo que pasó en Roma. La final de Roma es Lionel Messi diciéndole a Cristiano Ronaldo que el no quiere ser el mejor del mundo, que el quiere ser el mejor de la historia. La final de Roma no es Xavi e Iniesta. La final de Roma es Lionel Messi.

Para empezar, hay que entender el fútbol como un deporte de gama alta, de alta complejidad. El fútbol no goza de la fuerza mediática en ese sentido que si tienen otros deportes como el Hockey, el Ajedrez o el Baloncesto, y eso crea la sensación de que el fútbol es sencillo, y no se le da la dimensión que merece un deporte en que participan 22 seres humanos y una pelota, impredecible, en un terreno de 100 x 65, y que, además, se juega con los pies. La cantidad de variantes que resultan de eso es mucho mayor, por ejemplo, que la de llamado “Deporte Ciencia”. Detrás de la simpleza de su concepción (Dos porterías, dos equipos, un balón, gana el que haga más goles), el fútbol esconde su carácter complejo.

Todos los equipos del mundo son formados para ganar, y, para ganar, existen miles de formas. Es tan bueno, y tan difícil, el ganar con el 80% de posesión y fútbol de toque, como el ganar con 30% de posesión, defendiendo en el borde del área y contragolpeando. Los estilos, estilos son, y uno de los prejuicios que entorpecen el disfrute del fútbol en su máximo sentido es, sin duda, el creer que un estilo es mejor, o conlleva mayor dificultad, que otro. Lo importante en el fútbol es el espacio, crearlo y administrarlo, y el balón, el saber a donde llevarlo, como llevarlo y a que velocidad. La relación entre esos dos conceptos, porque eso es lo que son, es estrechísima, y para entender que es lo que pasa en el terreno de juego, es necesario estar atentos al porqué y al para qué de su uso.

La comprensión, y la buena lectura, del fútbol se da cuando uno ve el fútbol "a la luz de un problema", como dice Zuleta de la propia lectura, entendiendo problema como "una esperanza y una sospecha. La sospecha de que existe una unidad, una articulación necesaria allí donde hay algunos elementos dispersos, que creemos entender parcialmente, que se nos escapan, pero insisten como una herida abierta; la esperanza de que si logramos establecer esa articulación necesariamente quedará explicado algo que no lo estaba". Entonces, cuando uno se pregunta porque España 2008 puede defender tan fácil cuando pierde el balón Torres tras centrar al área y para qué Torres, delantero centro, tira un desmarque de adentro hacia afuera tan radical, y une ambas preguntas, es cuando uno empieza a disfrutar del fútbol en su complejidad. Detalles que para el aficionado común, están, pero no interesan, son la esencia de este deporte, y es desde ellos desde donde se puede explicar que Pep Guardiola era buenísimo, o que Brasil 82' es, quizá, el mejor equipo de fútbol que ha existido.

El último paso es el de la interpretación, y anterior a este es el de la pregunta, sin embargo, el primer paso es la sensación. El fútbol es un deporte en que la sensibilidad, en cuanto a estímulos, no sentimientos, es factor primario. Para ver fútbol hay que tener los sentidos despiertos, percibir situaciones, preguntarse e interpretar. Robinho efectua un desmarque semicircular por detrás de Kaká, y Kaká abre el balón para Bastos que aparece solitario en banda. El lector de fútbol debe primero percibir que hay pasó algo especial, luego preguntarse el qué, el porqué y el para qué, y, sólo entonces, interpretar que fue lo que pasó. Y disfrutar. Ese trabajo hermenéutico tiene su premio en la satisfacción que producen esos detalles. Lo especial siempre produce satisfacción, y ese tipo de situaciones son especiales.

Obviamente no digo, ni quiero decir, que leer el fútbol sea la única manera de disfrutar de este excepcional deporte, bello como ninguno, y lleno de pequeñas glorias. No, en lo absoluto. Aquel que disfruta el fútbol desde el amor a unos colores, por encima del amor a la pelota, lo puede llegar a disfrutar más que otros. Así como aquel que se divierte escuchando las, muchas veces totalmente absurdas, discusiones de periodistas, y luego va al bar a ver el partido con los amigos mientras se emborracha. El fútbol es infinito y ofreces infinitas opciones de disfrutarlo. Queda en cada uno la decisión de como desarrolla su pasión por él.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El Centrojás




Parado en la mitad de la cancha, por delante de los defensores y detrás de los interiores. Anda erguido, cabeza levantada y el balón pegado al pie. La pasa y ordena. Y pega un grito.  La pasa, y a veces, va. Luego la pierde su equipo y el aguanta, mirada fija en la pelota, sentidos despiertos, atentos a los espacios. Y aparece ahí, justo dónde el balón se divide, justo antes que el rival la tome. O desaparece de la pantalla de la tv y lo vemos luego en la repetición ocupando el espacio perdido por un compañero. O salta valiente al rescate del balón, corta el ataque, inicia el contrataque, siempre erguido, siempre bien.

 El fútbol es un deporte simplísimo, pero complejo. Sin querer profundizar en lo que es este deporte, diré que en el fútbol hay dos fases de juego: De posesión y de recuperación, y que podríamos dividir la fase de posesión según zonas de campo: Base de la jugada, creación de la jugada y zona de aceleración; Nuestra propia mitad, el primer cuarto de la otra y el último cuarto, respectivamente y grosso modo puesto que podemos encontrar muchísimas formas de jugar según los diferentes matices de un equipo u otro.

El fútbol es, básicamente, eso.  La situación más repetida en el fútbol es la siguiente: Recupero el balón en mi campo, salgo jugando, llevo el balón a los jugadores más adelantados, fútbol asociativo, el balón llega a los puntas y se acerca peligrosamente al área rival, ahí  acelero la jugada, pierdo el balón y finalmente me preparo para recuperarlo y reiniciar el ciclo. ¿Y cuál es la importancia del centrojás en todo esto? Toda.

El centrojás, el 5 argentino o el 4 holandés, para ser más claros, es uno de los futbolistas más gravitantes en un equipo. Su misión es esencial, ser líder. El mediocentro no debe ser el que más grite, aunque un grito ayude mucho, sino el que dé más fútbol. Es quien empieza el ataque, casi siempre, de manera directa o indirecta, y el que lidera la recuperación. Solitario en su zona la pide, la guarda y la pasa. Escapa de la presión, adelanta líneas, ofrece apoyo, soluciona. Se suma a la creación y verticaliza, o cambia de frente con una diagonal preciosa al extremo. O sale conduciendo, eliminado rivales y líneas de presión, arrastrando marcas y creando espacios, y ataca, y llega. Y además contemporiza el ataque rival, se anticipa al mismo, ocupa los espacios vacíos y apoya en el pressing a los compañeros. 

Pero hay quienes fueron a más. La liga española de los 90’s regaló a quizá los dos grandes mediocentros de las dos grandes escuelas a nivel mundial. Ambos jugador  de “Balón de Oro”. Ambos jugando en uno de los dos equipos más grandes de su liga. Ambos ganadores de Champions League. Ambos dirigidos por los dos grandes entrenadores de los últimos 20 años.


Fabio Capello: “Me quedé fascinado con él. A todo lo que se le presuponía, que iba un paso más allá de los demás, unía el ser un jugador tácticamente perfecto” Sobre Fernando Redondo.

Johan Cruyff: “La táctica es lo que debe quedar cuando todo lo demás falla. Por eso nosotros solíamos estar por encima. Teníamos a Guardiola”.


Ante palabras tan autorizadas uno podría simplemente no agregar más, pero hay que hacerlo. Redondo y Guardiola fueron los dos últimos mediocentros grandes, grandes de verdad. Ellos fueron los últimos en ir más allá. No eran sólo básicos, sino que lo eran todo. Eran jugadores capaces de todo, no sólo de ser el líder futbolístico de un equipo, sino de ser el fútbol de un colectivo grande. Hoy ni Mascherano, ni Xabi Alonso, ni De Rossi, ni Diarrá son eso. Pirlo quizá lo fue.

Redondo era la elegancia. Siempre erguido, le daba lo mismo ser el primer pase del equipo que irse de dos rivales con un regate de tacón y descargar en Raúl. Físicamente enorme, correoso y peleón. Recorrió el testigo de los centrojaces de antaño, de los del Río de la Plata, y se convirtió en el mejor de todos. Un uno contra uno, tanto en defensa como en ataque, enorme, impasable y capaz de regatear a cualquier defensor. Su campo de acción era absolutamente enorme, participaba en todas las fases y todas las zonas del campo con la misma eficacia. Amo y señor del Mediocampo, le dio, con Raúl y Roberto Carlos, dos Champions a un equipo muy lejano a ese nivel. Tecnicamente poseía todos los recursos y tenía todo el fútbol del mundo. Más rebelde que frío, el balón a un costado era como un pinchazo en su cabeza y, antes de que la acción rival fuera gestada, Redondo ya estaba ahí donde debía estar para recuperar y lanzarse al ataque con total acierto. Y además era un maestro de la perdida. Redondo nunca perdía un balón en el sitio no indicado para ello. Su fútbol era, parafraseando a Nietzsche, para espectadores con carácter de vacas, capaces de admirar su falsa lentitud y su excelente manejo del espacio, en lugar de asombrarse sólo con su gallardía y lujos.

Guardiola era también así, pero menos espectacular y más sencillo. En el fútbol de Guardiola no había lujos, no había regates, no había cabalgatas de 15 metros para hacer una pared en la frontal. No lo necesitaba. Guardiola era el oxígeno y la fluidez. Pep manejaba el pase de 2 metros tan bien como el de 30 a Stoichkov. Era el primer pase perfecto, y el apoyo en su zona. Pep aseguraba la pelota. Con Guardiola la posesión siempre era del equipo para el que él jugase. Siempre la decisión correcta, siempre la pausa justa y siempre la aceleración de la jugada. Tenía un mapa en la cabeza. Cada espacio y cada jugador se dibujaban en su cabeza. Aparecía ahí, trotando, se anticipaba, recibía y al segundo mandaba el balón a un compañero y el Barcelona alcanza una ventaja posicional vital. Y en defensa también. Pep se anticipaba a todo. Al balón, al rival y al compañero. Y no era rápido, ni fuerte ni alto. Todo lo hacía por una lectura estupenda del juego. Su manejo del fútbol posicional era genial. Y sus compañeros lo agradecían porque sabían que el siempre estaba allí, a un lado suyo, o en el lugar que ellos habían dejado libre. Y sabían que si se la pasaban el balón seguiría siendo suyo porque Pep no lo perdiría.

Ellos demostraron que se podía ir más allá. Que el mediocentro podía no ser sólo básico, sino que podía serlo todo. Que podía ser el fútbol de un equipo grande. Que un mediocentro podía ser el centro de gravedad de un colectivo. Que un mediocentro podía con un sólo pase gestar una ventaja clarísima. Que un mediocentro podía estar en todas partes y ser protagonista en la zona de aceleración. Simplemente que el centrojás podía serlo todo. Que un centrojás podía serlo todo, y que no necesitaba gritar de más, pegar de más, ni ser el más rápido o el más fuerte. Que podía ser el más rápido sin correr, y que podía atreverse a correr y generar ventajas. 

Recordamos con nostalgia al centrojás. Recordarmos con nostalgia a Redondo y a Guardiola, mientras tratamos de disfrutar con Banega y Alonso.


lunes, 26 de julio de 2010

Homenaje al flaco

Homenaje a Juan Carlos Valerón, genio infravalorado y opacado por las nuevas generaciones. Jugador grande, no tan bueno como Riquelme, años luz mejor que Guti y, mínimo, al mismo nivel que Xavi. Quizá mejor. Hoy recordamos su última gran exhibición en Champions League, ante el Milan de los Inmotarles.

El fútbol, que es dominado por los grandes futbolistas, y estos normalmente están donde está el dinero, a veces regala equipos pequeños que compiten en el máximo nivel jugando al fútbol. En los últimos 10 a 12 años, el fútbol español ha regalado varias de esas joyas de coleccionista, muchas de ellas con el Bonus Track de tener a un jugador grande entre sus filas. Uno de ellos fue el EuroDepor de Juan Carlos Valerón.

Este escrito no tiene como intención un análisis detallado ni de aquel gran conjunto ni de la eliminatoria que tomaré como referencia para homenajear al flaco, sino que será simplemente eso, un homenaje a un futbolista grande que tuvo la mala (O buena, quien sabe) fortuna de recalar en un equipo pequeño cuando su talento obedecía a las más grandes camisetas.

Milan 4 – 1 Deportivo

Se jugaban los cuartos de final de la Champions League 2003/2004 y el EuroDepor visitaba a un viejo conocido de la pasada Champions: El campeón defensor, los inmortales de Carlo Ancelotti en todo su esplendor.

Ancelotti hizo uso de su equipo habitual, salvando el cambio Nesta por Costacourta, mientras el equipo de Javier Iruteta salió al escenario sin Diego Tristán, titular teórico, y sin Victor, esto último provocó un cambio en el dibujo, pasando a un rombo en la mitad de la cancha y sin nadie ocupando la zona derecha del ataque. El Depor presentaba un equipo, por lejos, más modesto que el rival, que, comandados por Maldini, Cafú, Pirlo, Seedorf, Kaká y Shevchenko, gozaba de una de las plantillas más talentosas de los últimos 20 años. Y, a pesar de todo, Valerón logró que el Deportivo fuera superior durante casi todo el primer tiempo.

Sin un extremo derecho en el campo, la zona derecha del ataque gallego tenía que ser ocupada por un sacrificado Sergio quién cumplió una labor doble, de interior conceptual y de extremo posicional, durante todo el partido, pero la exigencia, tanto física como futbolística de dicha labor sobrepasó al deportivista y Pancaro, lateral izquierdo rival, tuvo una autopista hasta la zona de Lionel Scaloni desde la que el Milan produjo su fútbol más peligroso en los primeros 45 minutos. Salvo lo que viniera de la banda izquierda, la de Pancaro y Maldini, que jugó un partidazo desde el central zurdo, el Milan carecía de peligro. Las líneas de pase a Kaká fueron hábilmente tapadas, y el Brasileño casi nunca recibió en un contexto favorable, y la primera línea de medios italianos tuvo que precipitarse y tirar balonazos a tierra de nadie como único recurso.

Y apareció Valerón. El Deportivo se puso en ventaja rápidamente y el recurso Valerón apareció. Mientras Kaká no encontraba lugar para recepcionar, Valerón flotaba en alrededor de 30 metros a lo largo y ancho del terreno, creando líneas de pase hacia él, recibiendo de espaldas, agregando pausa y ritmo, dándole oxígeno y superioridad al mediocampo deportivista frente a ese rombo majestuoso de Pirlo-Gattuso-Seedorf-Kaká. El ‘Flaco’ hacía siempre lo correcto cada vez que entraba en juego, pausando el ataque para que Sergio llegara a posición de extremo, o acelerando el ritmo para romper con sorpresa. Valerón logró que el Milan corriera y se desordenara. Primer Slalom en el círculo central y elimina una línea de presión, segundo slalom y pone a Pirlo, Seedorf y Gattuso a correr atrás de él. Y además daba ese último pase mágico que poseía. Crack.

Sin embargo el embrujo duró poco. Sobre la hora el Milan ganó el único centro lateral en toda la eliminatoria y Kaká empató el partido. Como el fútbol, algo que repetiré muchas veces en este Blog, es un estado de ánimo, el Deportivo se vino abajo. Entraron a la segunda mitad desconcentrados y en un soplido el Milán sacó de la chistera tres goles, acabando así el partido con un poco esperanzador 4-1 en la ida.

Deportivo 4-0 Milan

Para la vuelta, Riazor recibía, esta vez sí, los dos onces de gala de ambos equipos, salvo Tristán. La vuelta de Víctor permitió a los de Iruteta volver a su 4-2-3-1 con único pivote y dos extremos. Como consecuencia el Milan no encontró las facilidades para pasar el mediocampo desde su lateral débil, además de que le dio a Sergio un rol acorde a sus muy buenas cualidades, y que le dio muy buenos réditos al Deportivo a lo largo del partido.

Tal como pasó en San Siro, el Depor se encontró con el marcador arriba desde muy temprano, una inyección anímica importantísima para los de ‘Flaco’. Valerón realiza un juego muy parecido a lo de San Siro, aunque menos protagónico debido a la gran actuación de actores de reparto como Sergio, Andrade, Molina o Luque, y de todo el equipo en general. El partido es parejo durante gran parte de la primera mitad, con ambos equipos plantándose en ¾ con asiduidad, aunque el Milan se encontró con una barrera albiazul que no perdió ningún centro lateral en todo el partido y que no permitió que los delanteros rossoneros recibieran habilitados en el área.

A partir del minuto 25, más o menos, Valerón entro más en juego y su virtud de convertir una jugada común en ventaja para su equipo, salió a flote. Valerón clarificaba, oxigenaba, aguantaba y verticalizaba. Flotando entre líneas Valerón cambió la dinámica del partido, inclinándola hacia su equipo. Luego llegaría su merecidísimo gol que empujó aún más al Deportivo a por la hazaña. Esta se consumaría con un gol de Luque, de gran partido, sobre el final de la primera parte. Remontar el 4-1 de la ida no sólo era posible, se había logrado.

La segunda parte siguió el mismo curso. El Milan superado, y el Deportivo respondiendo al máximo nivel de exigencia tanto desde lo individual como desde lo colectivo, y jugadores medianísimos como Naybet ganaban lances contra delanteros como Shevchenko, mientras Kaká no encontraba en sus delanteros un socio para atravesar el muro deportivista. Ancelotti tiró del recurso Serginho, sacando a un desdibujadísimo Pirlo, pero no hubo éxito. El Milan sin mediocentro perdió más de lo que ganó y el caramelo que representó eso para Valerón fue enorme. ´El Flaco’ revoloteó a sus anchas en el terreno de juego, y el Deportivo siempre lo encontró con espacio para jugar. La frutilla del poste la puso Fran con un zurdazo a falta de 15 minutos para el final. Proeza y humillación al campeón reinante en el último partido de élite del EuroDepor.